viernes, 10 de julio de 2015

La Isla.

El hombre es una isla.
Nada lo rodea, nadie le canta.
Todos los hombres son una isla,
han ahogado sus corales y palmeras,
han dejado que sus playas, sus almendros,
sus columpios y sus bosques ardan.
Han separado sus libretos de la rutina,
han guardado en los álbunes de fotos
las sirenas y cometas que retozan en el suelo.

El hombre es una isla,
apocado al fracaso, sentado descalzo.
Cada hombre tiene una isla,
bañada en el mar de sus entrañas.

Los hombres somos islas,
presas de volcanes magmáticos,
muchas veces explotamos y, despacio,
nos hundimos como cometas en la inmensidad,
incapaces de pedir ayuda,
aislados en nuestros archipiélagos malditos,
ciegos en mitad de la noche estrellada.
Los hombres somos islas,
siempre lo seremos.

Islas vacías, que buscan a las otras,
que buscan aplastar lo que no entienden.
Los hombres somos islas,
y acabamos con barreras coralinas,
en lugar de construir entre todos un continente.

miércoles, 1 de julio de 2015

El secuestro.

Hoy por hoy la galaxia de tu pupila se apaga
y los pequeños habitantes de nuestra república
corren dispersos gritando de puro terror.

"¿En qué planeta habrá quedado atrapada?"
- Claman sin cesar los medios-
"Las misiones de rescate se suceden una tras otra,"

"¿Estará en un mundo de diamantes y cristales?,"
-chillan las televisiones-.

Murmuran las radios con incredulidad.
"¿vivirá enterrada bajo toneladas de hielo y agua?"

En Internet se rumorea sobre el secuestrador:
"¿Será un monstruo de amplios cuernos?
¿Tendrá la forma de una sombra?"

Arden los servidores de información e incertidumbre
y yo, desconectado del mundo en mi ventana,
me encojo fuera de todo; ciego, sordo y mudo.
Esperando que nunca se apague la pequeña galaxia
que ilumina nuestra república de terrones de azucar.