El primer salto a la oscuridad son líneas de plata
y frío descalzo entretejido de negrura por los pozos de la noche.
Cuando la visión se adapta
crujen las cortinas del silencio por el viento de las estrellas,
y parpadean tiritando las semillas del invierno lejano.
Es tan fría la quietud del cielo nocturno...
Susurran tan lejanos los astros...
El segundo salto en la oscuridad son oleadas de color,
al abrirse las pupilas suben los azules desde el negro,
aparece la vibración que genera poco a poco la vida.
El tejido del universo se dilata y se raja en los pliegues de la materia,
a lo lejos se aprecia que el negro no es sino terciopelo y un útero.
La vida es tan inmensa que solamente veíamos negro en su lugar.
El último salto es a la consciencia:
Cuando somos conscientes,
miles de colores aparecen fruto de una explosión de polvo,
las estrellas derriten el azul con su brillar multicolor,
alegres capitanes corazonean sus barcos de ultramar,
guiándolos a terribles caribes de aguas cristalinas,
de hielo, de pestaña, de polvo vivo.
Porque polvo estelar somos y en polvo estelar nos convertiremos.