Para Solomía, por su cumpleaños.
En un principio solamente
existía la oscuridad y el temor, el abismo vertiginoso, el momento
de silencio que predecía la creación. La luz ilumina un cono sobre
un escenario, y, el ébano y el marfil son los precipitantes de la
caída.
Una nota. Una sola nota
rompe el silencio, una tecla se dispara entre las paredes de la
habitación dándole forma al espacio. Rompe la superficie de la
tensión y da comienzo a la vida.
Una
a
una
van
cayendo
cada
vez
más rápido
lasnotas.
La melodía sucede a la
oscuridad, sale de las manos del intérprete, cada nota se convierte
en un disparo, un resplandor de energía que ilumina, como estrellas,
la negrura. Conforme la velocidad aumenta la luminosidad es más
imponente, la oscuridad cada vez menor. La guerra entre la nada y la
luz la va a ganar la música. Vibra todo el salón, el mundo, todo lo
existente, con los dedos del pianista. Más frenético se vuelve su
baile, cada cañonazo es una nueva sensación que se transmite hasta
el infinito. Las nuevas notas van tomando tranquilidad, superan la
ruptura anterior, ya existe el mundo, porque el intérprete lo ha
creado. Conforme reposa la creación se va apagando todo otra vez,
pero ya no existe la oscuridad, cada nota ha creado y ha cambiado el
mundo, ya no se apagará todo y se volverá negro, cada nota seguirá
ahí para siempre: cada nota sube encima de la otra para construir
una realidad diferente. El músico, cambia el mundo.
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