Cubiertos los ojos por la desgracia,
ausente tu garganta con la brisa del páramo,
así es como he de recordarme.
Negra la mirada, oculta de mi ser,
silenciosos los códices del recuerdo,
anulada toda la memoria que tengo.
No hay más sangre dorada en mis venas,
no me quedan cuentos que narrar,
no hay ventanas ni sol de infancia.
El azul que recubre el canto de mis pájaros,
el silencioso cuchillo que amenaza el verano,
esa desnudez rota que enciendo con mi cuerpo.
Pero por un vínculo con tu corazón,
por una entrada más en tu recuerdo lo daría todo,
si tan sólo pudiese volver a ser algo más que mi sombra,
lograría poder dar un paso más, sin apoyarme en ausencias.
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