Disfruto de las alegrías que da el estar ocioso.
Habiendo terminado el camino en este rocoso monumento. Mirar al fin del mundo, sentándome mirando la marea subir y bajar. Y no tener que hacer nada. Mirar a los barcos irse y venir. Me fui de mi casa porque no tenía nada que hacer allí. Y aquí estoy, sentándome al borde del abismo y mirando al gran azul. No hay puertas en el cielo a las que llamar, ningún hombre toca el piano con un micrófono que apesta a cerveza. No hay ninguna mujer a cuyos pies arrodillarse. Ha sido un día largo de narices y he estado trabajando como un idiota, pero ahora estoy solo, dejándolo estar. Aquí, yo y mi corazón de oro. Pensando en cuando te vi intentarlo. En todo lo que es, en todo lo que somos.
Sólo, conmigo mismo. Después de haber alcanzado la cima y haberlo visto con los ojos del depredador. Mirando al mar inmenso, y detrás tus ojos azules.
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