A tus pies de polvo y tu cabello de hiedra le faltan todavía los dicretos anuncios de un mundo incompleto. En la locura de escribir un verso aleatorio tras otro me vienen a la memoria los distintos epígrafes de una vida reciente, dolorosa y cautiva. Y pienso en lo inconexo de nuestro tiempo y todo lo que me rodea. Y pienso en ti, y cómo me afecta tu palabra. Asqueado por el mundo y mis ojos henchidos por el sueño dicto frase a frase a los medios de masas para que te lo manden. Y tus palabras vienen a mí, con tus pies de polvo y tu cabello de hiedra, y tu corazón de manzano, podrido por el tiempo y cicatrizado debajo de una corteza perenne, con tus ojos, resueltos a no olvidarse jamás del pasado, pero sí a perdonar.
Y tus palabras me llegan envueltas en puñales a veces, a veces en risas y en cuentas de silencio. Tus palabras me llegan a veces directas al pecho, a veces directas al cerebro y ponen en marcha la máquina. Y si algún día no llegaran... no sé qué pasaría ese día.