Vienen los hombres de azul con sus gruesas voces negras, sus dedos cubiertos de gris.
Vienen con sus labios de catedral,
sus dientes y lenguas de metal,
sus violines en tela de envasar.
Vienen gritándonos garras,
destrozándonos la espalda,
convirtiéndonos en barras.
Los hombres de azul no vienen solos, traen consigo lápidas negras, paladas de tierra gris.
Los hombres traen animales,
y se ríen como chacales
con gorgoteos viscerales.
Rojas tachan y subrayan
las líneas sobre palabras
clavan puntas de esmeralda.
Se mofan los hombres de azul de mis poemas negros, cortando en partes mi cuerpo gris.
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