martes, 8 de diciembre de 2015

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He visto la noche aparecer en tus ojos
en la imagen de un sangriento crepúsculo.
He dejado de respirar durante el tiempo
que ha durado tu puesta de sol con miedo.
He pisado por tus campos de amapolas
mientras dormías ausente en tu carcasa.
He empujado y he subido escaleras por ti
a cambio de navegar por tu mente enferma.
He bajado a tus mazmorras a esperar contigo,
a romper contigo las cadenas de tus muñecas.
He estado contigo, cantando dentro de ti,
mientras el resto del mundo desaparecía.
He oído cómo temblabas en las noches,
he sentido tus fantasmas buscándote.
He empezado a dejar el frío dentro de mí,
con tal de que no se helasen tus huesos.

Has cantado conmigo mientras te levantabas,
te has sentado en mis caderas a perdernos.
Hemos construido cabañas seguras tras naufragios,
nos hemos resguardado juntos de la tormenta.
Hemos dejado que el agua nos cale a los dos,
con tal de no mojarnos en soledad.

Y cuando mis ojos se pierden en el atardecer,
cuando me están creciendo amapolas
y me convierto en una crisálida.
Cuando he empezado a recubrir mis dedos de frío,
cuando se ha agotado la fuente de mi calor,
cuando han aparecido fantasmas en mi búsqueda...
Cuando he necesitado que me tapases de la lluvia,
que cantases dentro de mí...
Te has ido, por miedo a perderte.
Y estoy dando paso a la noche.
Espero que no sea larga, que no sea fría.
Estas sábanas no saben dormir sin ti,
estos dedos no saben tocar otros que los tuyos.
Esta lluvia cala en esta mazmorra,
con unos grilletes demasiado fuertes.

Te has ido,

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