"No os diré, no lloréis; pues no todas las lágrimas son amargas".
J.R.R. Tolkien.
Los dedos de mi abuelo se doblan
cansados de tanta soledad repentina.
Miro su piel manchada con los días
y lo oigo con su monótono canturreo.
Me habla de fantasmas con esperanza
y nos cuenta, callado, la vida contigo.
Se ha apagado la alegría de sus ojos,
como una pupa que está vacía de su larva.
Se sienta en el sillón, inmóvil, esperando
que los días se sucedan uno tras otro.
Todo aquí gira en torno a tu ausencia,
tus cosas que nos gritan que nos faltas.
Tus fotos cogen polvo en las estanterías,
tu vacío lo asume la casa en silencio.
Has zarpado en silencio hacia los astros,
haciéndote miel en nuestros recuerdos.
Has trazado tu camino hacia los soles ardientes,
hiriendo el firmamento con tu vida.
Así hemos de recordarte, bajo el signo de tu risa.
Espero que volvamos a vernos.
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