Un día se levantó y la vio allí sentada en su habitación y se dio cuenta de que no le valía para nada. Su alma. Reposaba sobre una silla, tácita, con cara de aburrimiento. No la necesitaba. No le valía para ese trabajo, es más le molestaba con sus continuos lamentos y con sus constantes distracciones, que si ese perro que pasaba por la calle, que si ese arco-iris que se dibujaba en el cielo, etc.
A veces le dolía el alma, sobre todo si bebía. Al beber se encogía ésta, se volvía llorosa. En algunos amaneceres se embargaba de una sensación un tanto extraña, al atardecer, si paseaban en el coche sentía la imperiosa necesidad de mirar la molesta luz del ocaso. Paseaba sin paraguas en los días de lluvia y luego tenía que limpiarle la ropa y arroparla mientras tiritaba empapada. A veces quería robarle un beso a las mujeres que pasaban por delante de ella, incluso algún día llegó a hacerlo. Jamás pasó más vergüenza en su vida. Tuvo que reprender a su alma, y no le dejó ver el amanecer, ni dormir hasta tarde, ni lamer la tapa de los yogures...
No le servía para nada, el alma. Era un incordio. Es más, mejor si se deshacía de ella. Le molestaba, le molestaba en su trabajo, se empeñaba en llegar tarde y comprar flores, en conclusión, era una mariconada de alma. Empalagosa. Desdeñable, despreciable. Tonta como una preadolescente fanática de su cantante favorito. Era una acólita de la belleza. Y así, se decidió a venderla.
Un alma es algo valioso, aunque no comprendía por qué, pero era algo valioso, alguien pagaría bien por ella. No sabía por qué todo el mundo le tenía tanta estima a ese OBJETO inservible. ¿Por qué podría venderla? ¿Una capacidad impresionante para tocar la guitarra y ser una estrella del rock? No, para eso se necesitaba alma. ¿La cualidad innata para escribir como los dioses? No, un alma es necesaria para ello.... Conseguir cualquier mujer que se pusieses a su paso no era una opción, el sexo sin alma acababa perdiendo la gracia.
Ya está, la vendería por un segundo cerebro, más inteligencia, si fuese más inteligente sabría suplir la carencia de alma para el resto de la humanidad, y así se haría muy muy rico y ya no necesitaría su alma nunca nunca más.
Si hubiese tenido alma cuando vendió su alma habría sentido un hueco terrible en su interior. Pero no, no sintió nada, excepto unas ganas terribles de emprender un negocio e invertir su dinero. De conseguir más y cada vez más. Poseer.
Si hubiese tenido alma hubiese sentido cómo alcanzaba los límites de sí mismo. Si hubiese tenido alma se habría dado cuenta de los errores que cometía, si hubiese tenido alma no hubiese gastado lo que iba consiguiendo. Si hubiese tenido alma, no se habría quedado solo.
No le servía para nada, el alma. Era un incordio. Es más, mejor si se deshacía de ella. Le molestaba, le molestaba en su trabajo, se empeñaba en llegar tarde y comprar flores, en conclusión, era una mariconada de alma. Empalagosa. Desdeñable, despreciable. Tonta como una preadolescente fanática de su cantante favorito. Era una acólita de la belleza. Y así, se decidió a venderla.
Un alma es algo valioso, aunque no comprendía por qué, pero era algo valioso, alguien pagaría bien por ella. No sabía por qué todo el mundo le tenía tanta estima a ese OBJETO inservible. ¿Por qué podría venderla? ¿Una capacidad impresionante para tocar la guitarra y ser una estrella del rock? No, para eso se necesitaba alma. ¿La cualidad innata para escribir como los dioses? No, un alma es necesaria para ello.... Conseguir cualquier mujer que se pusieses a su paso no era una opción, el sexo sin alma acababa perdiendo la gracia.
Ya está, la vendería por un segundo cerebro, más inteligencia, si fuese más inteligente sabría suplir la carencia de alma para el resto de la humanidad, y así se haría muy muy rico y ya no necesitaría su alma nunca nunca más.
Si hubiese tenido alma cuando vendió su alma habría sentido un hueco terrible en su interior. Pero no, no sintió nada, excepto unas ganas terribles de emprender un negocio e invertir su dinero. De conseguir más y cada vez más. Poseer.
Si hubiese tenido alma hubiese sentido cómo alcanzaba los límites de sí mismo. Si hubiese tenido alma se habría dado cuenta de los errores que cometía, si hubiese tenido alma no hubiese gastado lo que iba consiguiendo. Si hubiese tenido alma, no se habría quedado solo.
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