En el candor de los ojos de estaño
se funde tu mirar caliente en tu deseo.
Se cuela tu alma por un instante
entre las fisuras que hay entre mis dedos.
Y reaparece entre lunas y brillantes
el estertor del pecado en tu mente,
tus suspiros vertidos en sangre,
tu dulzor, en las líneas de mis manos,
tu hambre, mezclada con mi hambre.
Giras y vuelves, te defiendes,
con las uñas dibujas,
con tus dientes me reprendes.
En silencio me miras,
esperando el momento,
lujuria gira la llave del deseo.
Metes en mi maleta
cada beso de este ensueño
no vaya a ser que al despertarme
haya caído frío y muerto
en los pozos del silencio.
Ya reposa tu cuerpo en mi cuerpo,
tu mano en mi mano,
tu pecho en mi pecho.
ya cuento los minutos
acariciando tu oreja y tu pelo,
mirando al infinito del techo.
Ya el mundo se deshoja,
se va quitando el velo,
que cuando te fuiste dejaste
un fantasma sobre mi lecho,
un calor en mi memoria
y en mi cuarto, silencio.
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