sábado, 14 de diciembre de 2013

Remanencia

A veces he mirado al pueblo como Hernández,
a veces he sido absurdo como Huidobro.
Otros días he buscado el verde de Lorca,
la musicalidad de Walt Whitman.
A veces te he tenido como te tuvo Benedetti,
incluso cuando te he perdido he sido Neruda
y he acabado con las Magadalenas de Sabina.
A veces he tenido vicios siendo Bukowski,
Baudelaire, Wylde, Fante, Dostoievski...
He mordido el polvo con Bob Dylan,
he mirado el infinito junto a Borges,
La más dulce de las soledades con Don Gabriel.
He caminado junto a Moisés, Quijote, Frodo Bolsón
e incluso junto a los vigilantes o Long John Silver.
He asistido a las pesadillas de Poe, de Lovecraft,
a los fantasmas y los trajes de Joe Hill.
He sido ocultamente libre como Cernuda,
descarnado como Dámaso Alonso,
andado en la mar como Alfonsina Storni.
He sido ácido como Quevedo, corrosivo.
Me he vuelto esencial como Juan Ramón,
satánico como Rushdie.
A veces, también me he preguntado por Dios,
como lo hace Emilio en su espejo.
También he buscado hacer del blues poesía,
como Manuel Guerrero lo hace del tango.
Otros días me levanto y quiero la dulzura
envuelta en fuerza de Enrique Cortés.

Sin embargo, la mayor parte de las veces,
hago como mi padre y me dedico a leer.

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