Ya no podrás saber hasta donde se camina en el mar,
ya no podrás saber si el desierto se acaba,
si los nonatos gritan con lágrimas en los puños frustrados.
Si las ciudades son putas vestidas de historia.
Tú ya no podrás saberlo nunca.
No verás los moteles donde Dios pasa la noche,
las sombras en las puertas de las iglesias.
Nunca sabrás de qué están hechas las estrellas,
de qué color son los ojos de la lluvia.
Nunca verás el cenit de esta luna de ácido,
desaparecerás en los pliegues de tu cuerpo
como si de un reguero de sangre se tratase.
No vibraras con la música como yo vibro,
no comerás de este pan que comparto,
no leerás ni una de las letras que te piensan,
nunca serás nada.
Un bicho que respira, se mueve y piensa,
una desgracia que se mira sin cesar en el espejo.
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