martes, 29 de diciembre de 2015

Frío.

Tengo frío dentro de mí,
y tengo que calentarme solo.
Hay una cicatriz que a veces se abre
y sale una versión de mí distorsionada.

Hace frío dentro de mí,
pero poco a poco penetra la risa.
Mi yo que arde y sufre se encoge,
pero araña y se agarra con los dedos.

Tengo fríos los huesos,
pero, a veces, me miran y me lleno de azul,
una ola de ondas claras
rellena los huecos y construye algo nuevo.

No hace tanto frío dentro de mí,
pronto podré mirar hacia afuera.
Y, si tú me dejas, te contaré,
cómo nunca dejaste que me congelara.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Poema de amor a mí mismo.

Yo
tengo los ojos del mar
que han visto la realidad sin traducir.
Yo
tengo las manos de carpintero
que han cortado el mundo para hacerlo mío.
Yo
tengo los hombros de obrero
que han cargado con demasiada carga.
Yo
tengo los dedos de inventor
que han hecho música con todo.
Yo
tengo la mente descalza
y como copos de nieve creo imágenes.
Yo
tengo las piernas del lector
y he estado en todos los rincones del mundo.
Yo
tengo el corazón desorientado
y espero encontrarlo pronto.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Dos ausencias

Dos ausencias me estrujan hoy el alma.
Una figura temblorosa que he asesinado,
Y un grito de alegría que hace poco se apagó.
La primera llevaba meses vibrando
Y ahora empieza a dejar de estar borrosa.
La segunda ha emprendido su vuelo
Y ha abierto sus alas dejándonos sorprendidos.

Dos ausencias saturan hoy mis emociones.
Una cuya cara vuelvo a ver con claridad,
Una cuya cara ha desaparecido.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Amanecer parcial

Hoy ha salido el sol,
Y me cuesta pensar en ello.
Hoy no he sido Gregor Samsa,
Y apenas si puedo creerlo.
Hoy he regado campos de risa,
Y parece que no quiera merecerlo.

Este amanecer solitario,
En el que siembro mis semillas,
Ha colgado el cartel de clausurado
Forjando mi máscara dorada.

Danzo monótono bajo la esperanza,
Débil e injusta del perdón y el regreso,
Fuerte y clara de que la carcajada entre en mí.
Pronto mejorarán las cosas

martes, 22 de diciembre de 2015

Misiva.

 "No os diré, no lloréis; pues no todas las lágrimas son amargas".
J.R.R. Tolkien.

Los dedos de mi abuelo se doblan
cansados de tanta soledad repentina.
Miro su piel manchada con los días
y lo oigo con su monótono canturreo.
Me habla de fantasmas con esperanza
y nos cuenta, callado, la vida contigo.

Se ha apagado la alegría de sus ojos,
como una pupa que está vacía de su larva.
Se sienta en el sillón, inmóvil, esperando
que los días se sucedan uno tras otro.

Todo aquí gira en torno a tu ausencia,
tus cosas que nos gritan que nos faltas.
Tus fotos cogen polvo en las estanterías,
tu vacío lo asume la casa en silencio.

Has zarpado en silencio hacia los astros,
haciéndote miel en nuestros recuerdos.
Has trazado tu camino hacia los soles ardientes,
hiriendo el firmamento con tu vida.

Así hemos de recordarte, bajo el signo de tu risa.
Espero que volvamos a vernos.

sábado, 19 de diciembre de 2015

Para cantar cuando te has ido

Te fuiste cuando me tragaba el vacío,
Cuando mi mano pendía de tus clavos ardiendo.
Cuando te marchaste ya olías a cerrado,
Y tu luz se había vuelto negra.

Te fuiste al llover yo sobre tus mantas,
Cuando más necesité de tu abrigo.
Cuando te marchaste se desplomó la cornisa,
Y tu sombra se tornó oscura.

Te fuiste a la llegada de la noche,
Cuando tú ya amanecías.
Cuando te marchaste se apagó la luz de mis adentros,
Y dos puños agarrados la mantienen extinta.

Te fuiste cuando me quedaba ciego,
Cuando sin saberlo te hería.
Cuando te marchaste lo hiciste dando estocadas,
Y cantabas alegre tu marcha.

Te fuiste al arder la pólvora,
Cuando decías que te juzgaba.
Cuando te marchaste sangrabas,
Y no era mía la herida.

Te fuiste cuando más negro lo veía,
Cuando más te quería.
Cuando te marchaste y se rompió todo,
No estuviste cuando te necesitaba.

Te fuiste al cantar de otros pájaros,
Cuando yo perdí la voz.
Cuando te marchaste me encerraste en un baúl,
Y ya no veo la luz del sol.

Te has marchado.
Me falta tu luz.
Y desde entonces, quemo tu nombre,
Y araño tu recuerdo y profano tu rostro.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Miedo.

Algo debe de estar en llamas en mi cabeza,
hay un humo negro alrededor de mis ojos y mi boca.
Cuando se disipa, el panorama es desolador,
hielo y estacas se destapan en el paisaje.
Hay un muñeco subido a mi espalda,
controla mis brazos y me los ata al cuerpo.

Hay demasiado ruido.
No hay música.
Dentro solamente tengo silencio.

A veces se levanta la venda de mi visión
y aparezco en una playa de aguas cristalinas,
sujeto un vaso lleno hasta los bordes de agua.
Pesa demasiado como para poder sujetarlo.
El agua es negra y sedosa como tu pelo,
negra y pesada como un intento de suicidio,
negra y maloliente como los recuerdos corruptos.
A veces vacío el vaso delante de mí,
y lo relleno con el agua cristalina de la playa.
Y la arena se llena con tu cara y tus ojos,
tus labios en los dedos de otros hombres,
tu música cantada para la vejez de otros.
Una mancha oscura, como una noche sin día,
se queda marcada en el suelo noctámbulo.

Y el ruido se calla un poco.
Hay música, alguna.
"I... have become... comfortably numb"
"There I go, turn the page".

A veces brilla la luz del sol y me lleno de risa
aunque luego caiga en en un saco roto de silencio.
A veces aparece una imagen curvada,
una voz agradable, una sonrisa amable,
arribando en botellas llenas de luz con la marea.
Sopla el viento silencioso lleno de salitre,
la luz del sol parece calentar estos fríos brazos.
La luz de las botellas  se acumula en la orilla.

Pero entonces llega la noche, que es larga.
Y sopla el viento, y derriba las palmeras.
Y el agua se vuelve oscura.
Y el vaso se llena otra vez con tu boca,
y el agua que he tirado se levanta y me abraza
llenándome con su pesado petróleo.
Y vuelvo a temblar mientras los carámbanos crecen,
y la arena se torna sangre y nieve.
El salitre es un viento huracanado que grita,
una fuerza incesante que trata de apagarme,
un rayo que no cesa que quiere convertirme en polvo.
Una caricatura de tu "yo" verdadero y único,
un conjunto de mis números, fechas y obligaciones,
de tus números, fechas y obligaciones
que me empujan hacia el agua.

Pero siempre que mis dedos llegan a la orilla
y los átomos me cubren para desentrañar
el bosque helado y nevado que hay debajo,
sube el muñeco a mi espalda, con tu cara a veces,
con la cara de los desanimadores otras,
con la cara de los anónimos que circulan por la calle,
con los gritos y la ira, hablando por mí,
moviéndome la boca y pellizcando mis hombros,
arrastrándome debajo dentro y dentro de la corriente.
Siempre debajo del agua me ahoga la nieve.
Los copos se pegan a mi corazón y chillo.

Vuelve a no haber música.
Y tengo que mirar hacia arriba.

Todas las botellas que han llegado a mi playa,
con sus mensajes de esperanza y alegría,
brillan como un millar de estrellas en el firmamento.
Cada una a su manera, cada una con su fuerza.
Unas palabras amables, un brazo acogedor,
una charla interesante, un oyente comprensivo.
Ninguno es capaz de matar al monstruo
pero consiguen bajar la marea hasta que pueda respirar.

Vosotros sois ahora la galaxia de mi república,
la ayuda para reconstruir Cartago.
Vosotros sois lo que me mantiene respirando en la playa.

martes, 8 de diciembre de 2015

.

He visto la noche aparecer en tus ojos
en la imagen de un sangriento crepúsculo.
He dejado de respirar durante el tiempo
que ha durado tu puesta de sol con miedo.
He pisado por tus campos de amapolas
mientras dormías ausente en tu carcasa.
He empujado y he subido escaleras por ti
a cambio de navegar por tu mente enferma.
He bajado a tus mazmorras a esperar contigo,
a romper contigo las cadenas de tus muñecas.
He estado contigo, cantando dentro de ti,
mientras el resto del mundo desaparecía.
He oído cómo temblabas en las noches,
he sentido tus fantasmas buscándote.
He empezado a dejar el frío dentro de mí,
con tal de que no se helasen tus huesos.

Has cantado conmigo mientras te levantabas,
te has sentado en mis caderas a perdernos.
Hemos construido cabañas seguras tras naufragios,
nos hemos resguardado juntos de la tormenta.
Hemos dejado que el agua nos cale a los dos,
con tal de no mojarnos en soledad.

Y cuando mis ojos se pierden en el atardecer,
cuando me están creciendo amapolas
y me convierto en una crisálida.
Cuando he empezado a recubrir mis dedos de frío,
cuando se ha agotado la fuente de mi calor,
cuando han aparecido fantasmas en mi búsqueda...
Cuando he necesitado que me tapases de la lluvia,
que cantases dentro de mí...
Te has ido, por miedo a perderte.
Y estoy dando paso a la noche.
Espero que no sea larga, que no sea fría.
Estas sábanas no saben dormir sin ti,
estos dedos no saben tocar otros que los tuyos.
Esta lluvia cala en esta mazmorra,
con unos grilletes demasiado fuertes.

Te has ido,

domingo, 6 de diciembre de 2015

Ya no te quiero.

Te quiero, pero ya no te quiero.
Vibra menos mi interior al verte
y mi exterior no rompe el silencio.
Somos conscientes del daño hecho
y aceptamos la sentencia del verdugo.
Recogemos las tempestades que nos merecemos,
viajamos los pasajes de tormentas que nos tocan,
aceptamos la culpa como un amigo que abraza.
Dejamos que el pánico nos inunde con tus noticias
porque somos los herederos de esta tierra rota.
¿Cómo podríamos mirar este páramo,
pensando que no fue culpa nuestra?

Te quiero, pero ya no te quiero,
pues esta tierra está baldía de no verte,
pues en estos campos no crece la hierba,
porque te fuiste y no te dejé irte.
Podrían haber brotado de nuevo las plantas,
podrían haberse abierto nuevas flores,
el tiempo lo curará, pero no será el mismo:
el jardín que yo adoraba.
Te quiero, pero ya no te quiero.
Te quiero,
porque estas son tus tierras.
Pero ya no te quiero,
porque estoy plantando mis campos con sal.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Sin fuerzas.

Si pudiese enseñarte cómo de grande es mi amor,
te traería todas las olas que hay en el océano.
Si pudiese mostrarte cómo de fuerte es mi amor,
compondría todas las melodías del universo.
Si pudiese cambiar algo con la vida de mi amor,
haría que nunca se pudiese estar triste en esta tierra.
Si pudiese servir de algo la fuerza de mi amor,
haría que volviesen atrás las arenas del tiempo.
Si pudiese no herirte con las espinas de mi amor,
caminaría a tu lado hasta que se acabasen los pasos.
Si pudiese dejar de quererte con las hojas de mi amor,
haría crecer bien altos todos los bosques del mundo.
Si supiese qué hacer con la fuerza de mi amor,
te lo daría para quererte menos.


Cigarettes After Sex - Dreaming of you

sábado, 28 de noviembre de 2015

A tus ojos.

He mirado tus ojos desde todas las perspectivas.
Los he visto cubiertos de inexactitud por la distancia,
los he visto manteniendo dentro de ellos a dioses antiguos,
los he visto cubriéndose de hielo, sol y coñac.

He mirado tus ojos desde todas las estaciones.
Los he visto envueltos en miedo por la muerte,
los he visto sugiriendo silencios entretejidos,
los he visto empañados de tristeza y frío.

He mirado tus ojos desde los míos.
Me he visto contenido dentro de ellos,
me he visto herido y desgajado por ellos,
y me he visto sujetando la daga por ellos.

He mirado tus ojos desde el silencio de la noche y la cruz del día.
Los he visto felices, tristes, iracundos y negros.
Los he visto abiertos, delicados y acorazados.
Y no me hago a la idea de no volver a verlos.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Al mal docente.

Sopor y pesadez llenan la palestra,
runas y jeroglíficos la pizarra;
el docente, con su canto de cigarra,
planta en el alumno la idea siniestra

de atizarle, a ver si calla, con la diestra;
y que cese, por fin, de dar la tabarra
con sus ideas de trueque y chatarra,
devolviéndoles la vida que secuestra.

Un ejército de voces carraspea:
a pesar del timbre, sin cesar, prosigue
el profesor su perpetua diarrea.

¡Calle ya y con su látigo no atosigue,
déjeles sobrevivir sin cefalea,
pues no escucharán por mucho que fustigue!

lunes, 23 de noviembre de 2015

La presa

Con la presa casi desbordada,
Saltando por encima las gotas
De crudo y pesado petróleo,
Desazón, traición, derrota,
Plasmándose como cáncer
En el papel de piel rota.
¿Qué pasaría si abriese
Esas compuertas de estopa;
Y completamente me inundasen
Los campos de mi piel y mi boca?

Me asomo al filo del tiempo
Hacia la inmensidad sola.
Medio yo se ha despegado:
Para mi corazón, rocas.


miércoles, 4 de noviembre de 2015

Pánico.

Cuando los caballos me golpean el pecho
desnudos como una pandilla de niños,
gritan rayando cristales anestésicos
y una niebla verde me nubla los ojos;
mil obreros me llenan de ruido denso,
sin parar, levantan muros a mi lado.

Un guante negro de acero me presiona,
empuja fuerte mi estómago hacia arriba,
duerme entre mis costillas como una piedra
y gruñe cada vez que el aire entra en mí.

Cuando el polvo despega sobre mi espalda,
sombras de vacío me crecen en el cuello,
se me oxida la lenta respiración
y se me llena la rápida de escombros.

Cuando mi cabeza se volatiliza,
venas y brazos se llenan de burbujas,
mi cuerpo necesita desaparecer
y los hombros necesitan crecerse alas.

Cuando todo eso pasa,

hasta tú pareces fundirte en la escena,
difuminarte en la pantalla descalza,
ser sólo una sombra desnuda en la luna,
y venir otra vez con la voz partida,
cantándome con esta voz que no es tuya,
arañándome con los dedos ajenos,
expulsándome del Edén de marfil,

hasta que domo las bestias y vuelves a mí.

martes, 22 de septiembre de 2015

Almuerzo

Nuestras caras caen a los platos,
instauran tundras de mascar.
Tenedores pastan y entierran,
horadan la tierra tozudos.
Cucharas reman en pantanos,
drenan el jugo de la vida.
El polvo esconde las palabras,
cubre la tez con su sabor.

Amanece.

Florece en tus ojos la tierra,
la luz los árboles inunda
de blanca y pedrada piel.
Arruya tu mirar de río,
el verde de tus hojas crece.
Arqueas la sonrisa de dríada
y tus mejillas de paloma,
El sauce de tu pelo entona
la melodía azul del fuego.

Y ya no hay desiertos ni sequías en el almuerzo,
se lo llevan las cristalinas aguas de tu risa.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Estampa: la Playa de la Griega.

Mi pulmón tira del mar de los vapores
mientras cuernos azules pintan el cielo.
La tierra sumerge sus extremidades
y abraza las frías corrientes de espuma.
Como cerveza azul, entonan las olas
su sinfonía sobre las rocas lisas.

El bosque titubea sobre el borde abrupto,
final tajante en que acaba su dominio.
Las praderas explotan el borde verde
sorprendidas si desaparece el mundo.
Pueblos imposibles ante los barrancos,
que devoran furia exaltada y marítima,
como milagros hijos de la montaña.

Lo respiro como oxígeno despierto,
mi cabeza se sumerge en la corriente
triangular del brazo de playa sencilla.
La colonia del mar está en mi pulmón,
y la sal, y la arena desaparecen,
y los niños y el sol se filtran en negro,
mientras los cuernos azules de tormenta,
siguen con su marcha por el horizonte


jueves, 20 de agosto de 2015

Radiografía de un bar.

Sentado en la barra del bar,
dejando que pase el tiempo,
cubierto de musgo cómplice,
arropado por el ruido,
refugiado atmosférico,
privado de la existencia.

Me deslizo con cuidado
por los asuntos externos,
dejando que este aura de oro,
esta vibración de ébano,
de glaciar de multitud,
enturbie la danza del ser.

El ruido es la melodía,
vaivén azul que me dicta
el estrecho vericuerto,
la sinuosa senda negra
a la que la noche se abre
con las estrellas de luto.

El barullo orquestado abre
las vías respiratorias,
complementa las arterias,
me encadena al taburete
y anuncia el advenimiento
de la gran bestia nocturna.

El barman viene directo,
con la boca abierta me habla,
amarra mi estancia al vaso,
declara mi huida quebrada:
lleva la máscara puesta,
su sed quiere que yo beba.

Hay un fragmento de tiempo
oculto en el caos extremo:
de golpe vi al carcelero,
sirviendo raciones de ocio,
vasos llenos de veneno,
a jóvenes enlatados.

No puedo existir aquí,
perder mi risa entre todas,
mis palabras ahogadas,
mirando todos lo mismo,
si queréis, buscadme lejos:
sólo deseo ser distinto.
 

martes, 11 de agosto de 2015

Iota.

Vienen los hombres de azul con sus gruesas voces negras, sus dedos cubiertos de gris.

Vienen con sus labios de catedral,
sus dientes y lenguas de metal,
sus violines en tela de envasar.
Vienen gritándonos garras,
destrozándonos la espalda,
convirtiéndonos en barras.

Los hombres de azul no vienen solos, traen consigo lápidas negras, paladas de tierra gris.

Los hombres traen animales,
y se ríen como chacales
con gorgoteos viscerales.
Rojas tachan y subrayan
las líneas sobre palabras
clavan puntas de esmeralda.

Se mofan los hombres de azul de mis poemas negros, cortando en partes mi cuerpo gris. 


viernes, 10 de julio de 2015

La Isla.

El hombre es una isla.
Nada lo rodea, nadie le canta.
Todos los hombres son una isla,
han ahogado sus corales y palmeras,
han dejado que sus playas, sus almendros,
sus columpios y sus bosques ardan.
Han separado sus libretos de la rutina,
han guardado en los álbunes de fotos
las sirenas y cometas que retozan en el suelo.

El hombre es una isla,
apocado al fracaso, sentado descalzo.
Cada hombre tiene una isla,
bañada en el mar de sus entrañas.

Los hombres somos islas,
presas de volcanes magmáticos,
muchas veces explotamos y, despacio,
nos hundimos como cometas en la inmensidad,
incapaces de pedir ayuda,
aislados en nuestros archipiélagos malditos,
ciegos en mitad de la noche estrellada.
Los hombres somos islas,
siempre lo seremos.

Islas vacías, que buscan a las otras,
que buscan aplastar lo que no entienden.
Los hombres somos islas,
y acabamos con barreras coralinas,
en lugar de construir entre todos un continente.

miércoles, 1 de julio de 2015

El secuestro.

Hoy por hoy la galaxia de tu pupila se apaga
y los pequeños habitantes de nuestra república
corren dispersos gritando de puro terror.

"¿En qué planeta habrá quedado atrapada?"
- Claman sin cesar los medios-
"Las misiones de rescate se suceden una tras otra,"

"¿Estará en un mundo de diamantes y cristales?,"
-chillan las televisiones-.

Murmuran las radios con incredulidad.
"¿vivirá enterrada bajo toneladas de hielo y agua?"

En Internet se rumorea sobre el secuestrador:
"¿Será un monstruo de amplios cuernos?
¿Tendrá la forma de una sombra?"

Arden los servidores de información e incertidumbre
y yo, desconectado del mundo en mi ventana,
me encojo fuera de todo; ciego, sordo y mudo.
Esperando que nunca se apague la pequeña galaxia
que ilumina nuestra república de terrones de azucar.

martes, 30 de junio de 2015

Gris.

Estoy gris,
gris es mi cara,
grises son las ropas que cubren mis grises piernas.
Ando gris,
gris es mi mano,
gris nado en las calles hirvientes de la ciudad.
Hablo gris,
gris es mi rostro,
gris es la sequedad de mi boca bajo el sol.
Soy gris,
gris me siento,
grises son las luces de los neones sobre mí.

Pero hoy te he visto,
y me he llenado de colores.
Y no hay gris en este corazón mío.

lunes, 20 de abril de 2015

Un rayo.

Hace un tiempo, solía pensar que me iba a convertir en un superhéroe. Que iba a recorrer las esquinas de esta ciudad acechando ladrones.
No sé por qué he entrado en este pensamiento. Los bucles a los que me voy derivando tras traspasar la frontera de la psicodelia.
La habitación desordenada. Alguna especie de neblina flota             sobre el suelo.
                                      

No hay dolor.
Un colchón gris, con manchas evoca los momentos en los que crucé la línea y me despegué de todo.
Un ruido lejano, como el humo de un barco resuena a lo lejos, envuelto en los suburbios de un eco.

Mi mente divaga.               En círculos.           A veces avanza en línea recta sobre una autopista de colores.                         La luz que se filtra sobre los tablones de las ventanas entra como un rocío de plasma.          Un cenicero volcado sobre los haces solares deja las partículas de polvo flotando alrededor.

El ruido.
¿Qué demonios?

La realidad ha vuelto de golpe. Alguien grita. El mundo se arremolina por ahí fuera. Se retuerce y desespera. Repta por su invernadero de plástico ceñido. Ahoga sus orificios sobre la superficie tapada con su segunda piel que le hace sudar. 
Hace tantísimo ruido....
Hijos de puta.
Hijos de la grandísima puta.
Malditos hijos de la grandísima puta. 
¿Qué coño están haciendo? ¿Porquédemoniosnoseestánquietos?estánprovocándomedolordebarriga.
Han metido la realidad en mi estómago y se retuerce contra mí. Está en mi cabeza y achucha las paredes de mi cráneo hacia afuera.                Grito.

- ¡¿Qué cojones estáis haciendo?!

Parece que ya hay silencio. Escucho a alguien llorar. 




 Que se joda.


Que se joda y bien. Joder. Todo iba perfectamente. Hasta que llegó quienquieraquefuese. 
A lo mejor necesita algo.
A lo mejor tiene algún problema.
Probablemente su llanto sea culpa mía. Sus lágrimas delatoras. Me incorporo despacio. Me siento. Trato de escuchar en silencio.
Sí.
Hay alguien ahí. Alguien está al otro lado de la puerta. Alguien llora al otro lado de la puerta. Chitón. Es otra vez ella. Esa puta. Resoplo mientras me vuelto a tirar al colchón. Joder.
La luz entra de golpe a través de los tablones, invadiendo mi intimidad. Las paredes grises, marrones. El mal olor de excrementos y meados. Otra vez. ¿Dónde está mi medicina?
Busco. 
Sigo buscando. Me incrementa el pulso. Una sensación, como de algo podrido en mi diafragma, como un peso que me empuja hacia el suelo comienza a aparecer. Mi cabeza está ligera, los ojos abiertos, las orejas focalizadas en la búsqueda. Hay una alteración en el llanto.
Algo la ha hecho reirse. A lo mejor no. Sí, algo la ha hecho reirse. Sehareído.
SEHAREÍDOSEHAREÍDOSEHAREÍDO. HIPERVENTILO.

Me siento de culo en mitad de la habitación. Sobre los tablones mugrientos, sobre los clavos oxidados. Mirando a las ratas a los ojos. Mirando a los pocos objetos que tengo. Putaputaputaputa ...
Lo va a pagar caro.
Abro la puerta. Deprisa. Raudo.                          Allí está.                          Tiene los ojos mojados.
Marrones. Cruzados por la luz. Iluminados como una cara después de un puñetazo. Contraída la expresión. Congestionadas las vías respiratorias.
Me mira.
No hay dolor.
Me abraza. Hay algo cálido recorriendo mi interior. Una salamandra de fuego recorriendo mis tripas.
Me besa los hombros. Llueve fuera. La luz ha bajado progresivamente. La habitación parece azul y menos sucia.
De la mano me coge. Pasillo. Cocina.
Encimera. Frigorífico. Leche. Alguien me está hablando.
¿De dónde viene esta sensación tan agradable?
Cierro los ojos. Comienzo a escuchar los ruidos de la comida preparándose. El olor afilado y grueso del chocolate vertiéndose en una taza. Los cubiertos chocando contra un plato.
Los cubiertos chocan uno con el otro. Brillante sonido. El agua cae sobre los coches fuera. Es un sonido repetitivo.
El sonido se repite. Se sigue repitiendo. Sigue repitiéndose. El sonido.
Algo se mueve dentro de mi interior. Gusanos. Lo cotidiano otra vez entrando dentro de mí. Trato de reprimirlo. Ella está haciendo un gran esfuerzo. La comida está ahí. No necesitas otra dosis.
No necesitas otra dosis. No necesitas otra dosis... NONECESITAS NONECESITASNONECESITAS.
Rayo. Segundos. Trueno.
Cae. Al suelo. La sangre le sale a borbotones del cuello. Un charco pequeño. Más grande. Más y más grande.
Plata y luz en mi mano. Metal. Estalactitas dentro de mí.
La pared sube por mi espalda. El suelo sube para asentarme. Delante mía unos ojos. Parecen pedir ayuda. Los miro. Temblar. Apagarse.
Mis rodillas sobre mi barbilla.
Silencio. Silencio.
Silencio.
Silencio.
Si...

martes, 31 de marzo de 2015

ZIP.

Desde que mis ojos han emergido a la superficie,
libres del telón de acero, de la catarata de polvo,
he descubierto un prisma terrible e irritante.
Internet es un valle feliz sobre servidores de barro,
Community Managers que gritan dos puntos
y paréntesis sonrientes que humanizan el monstruo;
jóvenes desnudos, enciclopedistas de la ignorancia,
letrados que describen las hemorragias de la cotidianiedad;
préstamos de atención momentánea a parpadeos idiotas;
ciervos calvos enseñando los colmillos desde rincones oscuros;
las losas enseñan a los políticos con sus dentaduras,
los ojos se vuelven pozos sin estrellas reflejadas,
los lunares son espinas, las sonrisas grietas.
Las letras se curvan con las marionetas de los mercados,
manos invisibles que aprietan los incidentes,
diciembres subiendo los precios a los requisitos
para tener una vida que no se vierta desde la urna al viento,
como la ceniza de los libros que reposan fuera del valle.
Glaciares inamovibles atacados por trogloditas,
llamas que derriten la inteligencia con axiomas infinitos,
dogmas repetidos conceptualizando la VERDAD.
Se aprende fordísticamente, los trenes gritan en las autopistas,
los raíles se quedan marcados de forma eterna en las muñecas
cuando no se puede salir de una repulsión discernida en viñetas.

E Internet ha llegado a mis canciones y mis letras,
nunca me parecieron dignas de escribirse en cuadernillos,
pero me parecieron mejores que las de aquellos que quisieron
soplar en fuelles con sus poemas, convertirlos en medios y no fin.
Y yo no puedo seguir escribiendo, desgajando mi alma,
enseñando mis interiores en donde el exhibicionismo es total,
donde hay que sentir pálpitos para amar con corrección,
donde la ortodoxia es la dictadura de la heterodoxia,
donde las drogas y el alcohol son los pasos necesarios,
donde los sombreros esconden un agujero en el cerebro,
las barbas un rostro descarnado y sin dientes,
los ojos y las tetas un yo antipoético, un yo comercial,
las gafas un infierno que quema los versos como bebe cervezas.
Donde bardos, mancos, bohemios, jugadores, bebedores, mudos
y en general todos los que siempre han escrito (los seres humanos)
sufren el drama de ser constelaciones, de ser brumas verdes en el cielo,
luces septentrionales y lunas brillantes,
en un tiempo donde los sabios
se aplauden constantemente los dedos autoseñalándose.
Por eso abandonare las dialeces en las cribas,
dispersaré mis discréditos en las peñas y sonfriré los chorros
de aceros y viviencia en la columbia de mi espalda.
Y oraré en las atalayas y las moscas,
desdiciéndo las contrarias de las arribletas.
Y volveré en cuántico mi manos discrepen con mi palpitador
cuando sepa volver a escribir.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Come Rain or Come Shine.

Callan tus ventanas al viento.
Describen cuidadas cadenas
en el susurro de un momento.
Tácitas todas tus cadencias,
se estrecha y encoge así el tiempo.
Te caerán sobre las caderas,
vistiendo tu cuerpo con tiento.

Cuando el albor de la mañana
recién despereza sus dedos.
Se abrirá tu boca truncada,
formando amapolas de invierno;
de tu garganta saldrá plana
la llama que apaga tormentos
y me lo dirá con voz truhana:

“no te querrán como te quiero,
venga lluvia o venga alegría,
venga verano o venga invierno,
si cae la noche o viene el día,
lleguemos a un cielo o infierno.
Las cadenas fueron mentira,
tú y yo formamos nuestro credo.”

Y así nos desprendemos de las cadenas
que nos aprisionan muy dentro del pecho.

domingo, 8 de marzo de 2015

Sin tu olor.

Mi cuarto todavía huele a ti,
pero ya no restalla tu risa voltaica
con la lluvia en mi pradera azul.

Mi cama sigue sin hacerse
ya que fue tu hogar, dormiste aquí junto a mí,
y amaneciste radiante.

Yo tengo tus dedos pegados
como llagas en mi pecho: me están marcando
conforme te vas más lejos

Mi corazón sigue cantando
blues, tangos y otras muchas canciones de pérdida
desde que no te ve a mi lado.

Tu imagen sigue aquí tumbada,
oliendo al arroyo claro perdido del bosque,
gruta fresca, hierba y nieve.

Mi cama se ha tornado abismo
y cabalgo por sus tormentosas llanuras,
gritando tu nombre de atardecer.

Mi cuarto, desde que te fuiste
es un cuadro de hormigón cargado de ceros,
guardado por tu olor y ensueño.

Por eso, mañana será peor,
cuando mi cuarto, ya no huela más a ti.

miércoles, 7 de enero de 2015

Camarote.

Duermo. Y fuera atruena el viento con sus dedos rozando la tierra. Lanzando como látigos sus aullidos contra los muros del enorme edificio en el que mis pensamientos se velan. Las olas de hierba, enanas vibraciones entre hojas verdes, parece que muevan el edificio entero, como un barco al dominio y merced de los elementos que le rodean. Entre duermevela y realidad, los ojos atisban a captar alguna imagen, el cielo gris, los mares moviéndose, la lluvia cayendo a borbotones por el paisaje. Todo sugiere para comenzar a soñar durante veinte minutos más mientras el sol comienza alzar su luz por detrás de las nubes, abrazando el manto de nubes y proyecto su brillante sombra sobre el terreno.
En mi camarote, desde la cama contemplo los grandes ventanales, observo el viento y lo siento, cómo se mueve y danza, cómo viene en oleadas hacia mí, cómo golpea el edificio, veo su color verde grisáceo arrastrando bocanadas de polvo, de palabras. Cómo pesa en mi y me impide levantarme de la cama, aplastando mis huesos contra las sábanas cada vez que silba con su boca diametralmente grave sobre mis oídos, como una prensa de relajación, como una voz clamando que cierre mis ojos despacio y me concentre en mí mismo.
El viento me lleva hasta un lugar usualmente conocido, a un día en concreto de mi pasado. Recuerdo el olor de lavanda, las manos de mi madre pasando por encima de las plantas e invitándonos a oler. Recuerdo el olor, como una espuma azul adentrándose en mi cabeza. Las murallas de montaña a lo lejos, cubiertas por la marea de nubes entre gris y azul oscuro que amenazaban con lanzar la más suave tormenta sobre los campos de plantas azules, amarillas y verdes. Y observo al pie de los parapetos abulenses cómo se cierne el manto de agua sobre nuestras cabezas.
Me transporta después hasta las orillas de los lagos del Paraguay. Solo igualmente, sin sonidos a mi alrededor, ni el agua chocando contra las playas. Lo único que me llega es el azul del cielo y el agua, y el sol apareciendo entre las nubes, lanzando reflejos a diestra y siniestra, colándose hacia la superficie como si la pupila celeste se tratase de un folio agujereado bajo la luz de la lámpara.
Y ya no duermo, despertando en mi camarote, levantándome y dejando atrás el calor de la cama. Desapareciendo por la puerta, para no escuchar, entre luces artificiales, amarillas y blancas, cómo las olas se estrellan sobre mi camarote, para perder el sueño buscando blancos ballenatos entre lluvia, bicicletas y cotidianeidad.