miércoles, 3 de abril de 2013

Fuerza para amar.

Hoy me he levantado con frío en el alma. Sonó el despertador y allí estaba quejándose como un niño lloroso. Aún en el alba me alcé sobre mis talones y me metí en la ducha. El agua caliente no suavizó los quejidos, no cesó el tiritar de mi interior. El café casi hirviendo se deslizó por mi garganta y mi alma chilló.
Me vestí con gran abrigo, buscando el fuego y un pequeño calorcito dentro de mí, pero todo intento fue en vano. A mi alma se le había olvidado cómo vivir. A mi alma se le había olvidado cómo darse calor. Salí a la calle, punteando la aurora en el cielo, rayando ya el amanecer, con las luces de las farolas ya apagadas. El mundo despertaba, ya cantaban los pájaros a la primavera naciente tras un largo invierno. Ya el sol asomaba entre las calles de la ciudad. Y mi alma, seguía pasando frío, encogida en el hueco que ocupaba, rozaba con los bordes de éste, y entonces lo volví a sentir.
La lanzada estalló en mi pecho al contemplar la belleza en toda su forma, la música que acompañaban en silencio el paisaje, la perfección visual y el olor de agua que tiene la hermosura. Y mi alma abandonó su hueco y desapareció por todo mi cuerpo, y la energía buyó por mis extremidades y, al fin otra vez, me sentí con fuerzas.

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