La crisálida se desgaja en crujidos negros
cubierta por sus hilos de plata naranja.
Los verbos cuentan dinero de arena mojada
y engullen el significado de su cara oculta.
Los niños pierden la virginidad al póker
jugando a rayuelas infinitas en el Quijote.
Las ciudades paren un espacio-tiempo bastardo,
gris y sin colores para los que almuerzan ladrillo,
para los que beben cruces de caminos y paredón.
Duermen en pasillos los que no son cuadrados,
esperando el turno para anestesiarles el candado
mientras cuentan los minutos para la muerte del amanecer.
Los transeuntes temen la explosión de los turbantes,
sin saber que sólo son trapos.
El crucificado mira con odio a los que rezan para otro lado.
Las Iglesias no engendran belleza, sino negrura.
La mariposa, con sus ojos negros, su trompeta defectuosa,
con sus patas peludas y su cabeza de oso,
se posa sobre el mundo del atardecer,
dispuesta a engullir uno a uno el néctar de nuestro trabajo.
lunes, 12 de septiembre de 2016
miércoles, 17 de agosto de 2016
Manifiesto
Quiero,
A la orilla de tus ojos de fuego,
destilar una lágrima de estrella,
romper el molde de los astros negros,
quemar el negro de los dedos muertos.
Deseo,
al calor de la tela de tus mejillas,
cubrir la vergüenza de la luna desnuda,
esparcir mi discurso como niebla y rocío,
señalar los caminos que sigue el desierto.
Anhelo,
frente al hielo de tu pie descalzo,
exigir la rendición de la poesía del café,
reclamar el botín de mis razias a los libros,
¡¡¡hacerme el más grande de los caballeros andantes!!!
¡Correr con la sangre de los astros en mis venas!
Quiero que un verso sea un proyectil al infinito.
A la orilla de tus ojos de fuego,
destilar una lágrima de estrella,
romper el molde de los astros negros,
quemar el negro de los dedos muertos.
Deseo,
al calor de la tela de tus mejillas,
cubrir la vergüenza de la luna desnuda,
esparcir mi discurso como niebla y rocío,
señalar los caminos que sigue el desierto.
Anhelo,
frente al hielo de tu pie descalzo,
exigir la rendición de la poesía del café,
reclamar el botín de mis razias a los libros,
¡¡¡hacerme el más grande de los caballeros andantes!!!
¡Correr con la sangre de los astros en mis venas!
Quiero que un verso sea un proyectil al infinito.
viernes, 12 de agosto de 2016
El cuchillo
Hace tiempo que devoré el cuchillo,
Tanto, que lo he tragado y mi carne crecido.
Hace tiempo que no lo veo desangrándome,
Mas sé que está cicatrizado con mis costillas.
A veces siento que me rasga si grito muy fuerte,
Que me pincha si mis letras golpean el techo.
Si cubro los folios con lirios, polen y polvo suave,
Si desguazo los libros y empaqueto los recuerdos,
Si entierro los dedos en urnas de barro con estampas pasadas,
Siempre vienen sus aceros a cortarme.
Digeriré el acero, arrancaré su hoja de la empuñadura,
Enarbolaré como antorcha el mango desnudo, símbolo de mis días,
Vestiré el metal como muestra de mi supervivencia,
Sentiré el torrente de mis venas más fuerte que nunca,
Cuando acabe con el cuchillo, y mis palabras lleguen al cielo,
Cuando regresen las flores al verbo, y el olor a mis caricias.
Cuando llore amaneceres en ocasos derretidos,
Cuando imponga mis logros a las estrellas y me bañe en el sol...
Y llegue otro cuchillo que adentrar en mi carne.
Tanto, que lo he tragado y mi carne crecido.
Hace tiempo que no lo veo desangrándome,
Mas sé que está cicatrizado con mis costillas.
A veces siento que me rasga si grito muy fuerte,
Que me pincha si mis letras golpean el techo.
Si cubro los folios con lirios, polen y polvo suave,
Si desguazo los libros y empaqueto los recuerdos,
Si entierro los dedos en urnas de barro con estampas pasadas,
Siempre vienen sus aceros a cortarme.
Digeriré el acero, arrancaré su hoja de la empuñadura,
Enarbolaré como antorcha el mango desnudo, símbolo de mis días,
Vestiré el metal como muestra de mi supervivencia,
Sentiré el torrente de mis venas más fuerte que nunca,
Cuando acabe con el cuchillo, y mis palabras lleguen al cielo,
Cuando regresen las flores al verbo, y el olor a mis caricias.
Cuando llore amaneceres en ocasos derretidos,
Cuando imponga mis logros a las estrellas y me bañe en el sol...
Y llegue otro cuchillo que adentrar en mi carne.
jueves, 9 de junio de 2016
Hubo un tiempo de vibrar dorado,
de notas borrachas de sentido
y de vestidos desnudando almas.
Hubo hombres que gritaban en azul,
que pusieron sus manos de barro
en sierpes bombeando sangre de humo.
Hubo mujeres con dedos de oro,
que le insuflaron ánima al cieno
y crearon fuertes de asfalto en plata.
Pero se enfriaron los rascacielos
y los hombres negros arrancaron
la tela de las aceras suaves:
Y ya no hubo más licores de fuego,
ni cosmos contando amaneceres,
pues se ahogaron bajo las balas,
y se consumieron en silencio,
huesos como dedos de carbón,
mariposas frías e inocentes.
Se quemaron en mitad del bosque
sin apenas hacer mucho ruido
para enterrar las hachas y el rojo.
El aullar de la generación
que bebe éter en vasos asépticos,
y ladra callada a las estrellas.
de notas borrachas de sentido
y de vestidos desnudando almas.
Hubo hombres que gritaban en azul,
que pusieron sus manos de barro
en sierpes bombeando sangre de humo.
Hubo mujeres con dedos de oro,
que le insuflaron ánima al cieno
y crearon fuertes de asfalto en plata.
Pero se enfriaron los rascacielos
y los hombres negros arrancaron
la tela de las aceras suaves:
Y ya no hubo más licores de fuego,
ni cosmos contando amaneceres,
pues se ahogaron bajo las balas,
y se consumieron en silencio,
huesos como dedos de carbón,
mariposas frías e inocentes.
Se quemaron en mitad del bosque
sin apenas hacer mucho ruido
para enterrar las hachas y el rojo.
Después estalló la paz estática,
entraron las masas por la puerta
y el planeta se desencajó.
Y aunque vuelva a su lugar de origen,
y una estación suceda a la otra,
nada volverá a ser lo mismo.
Arrastraron los brillos al agua,
quemaron en el patio los libros
y ahogaron la vida en la turba.
No quedó nada salvo la masa
y esta duna de arena borracha:
no más respiración tras la guerra;
que bebe éter en vasos asépticos,
y ladra callada a las estrellas.
viernes, 20 de mayo de 2016
Voy a dormir
Voy a dormir,
abro el sobre del sueño, me introduzco
como una corriente marina entre sales,
echo encima de mis ojos el peso del mundo,
como un destello de luz sombría.
Voy a dormir,
esparzo sobre mi piel las arenas,
aderezo la sintaxis de mis pensamientos,
limpio la cadena que me atrapa,
como los perros dando vueltas.
Voy a dormir,
y en mi pecho estalla el nervio,
un puño cerrado que retiene el viento,
pero no es ya su hora de tenerme,
no es su turno para torturarme.
Voy a dormir,
y señalo las sombras en las esquinas,
la sangre duerme en mis extremos,
mi mente divaga entre terrazas,
presionando a mi cuerpo al sueño.
Voy a dormir,
y los fantasmas vienen a tocarme,
a veces son tan agradables,
que brotan ríos de mis ojos,
aunque no siempre de alegría.
Voy a dormir,
y espero que el oro de tu pelo,
el verde de tu voz y tu mirar
vengan a contarme todo lo que haremos,
cuando esté durmiendo.
Estoy dormido.
abro el sobre del sueño, me introduzco
como una corriente marina entre sales,
echo encima de mis ojos el peso del mundo,
como un destello de luz sombría.
Voy a dormir,
esparzo sobre mi piel las arenas,
aderezo la sintaxis de mis pensamientos,
limpio la cadena que me atrapa,
como los perros dando vueltas.
Voy a dormir,
y en mi pecho estalla el nervio,
un puño cerrado que retiene el viento,
pero no es ya su hora de tenerme,
no es su turno para torturarme.
Voy a dormir,
y señalo las sombras en las esquinas,
la sangre duerme en mis extremos,
mi mente divaga entre terrazas,
presionando a mi cuerpo al sueño.
Voy a dormir,
y los fantasmas vienen a tocarme,
a veces son tan agradables,
que brotan ríos de mis ojos,
aunque no siempre de alegría.
Voy a dormir,
y espero que el oro de tu pelo,
el verde de tu voz y tu mirar
vengan a contarme todo lo que haremos,
cuando esté durmiendo.
Estoy dormido.
lunes, 16 de mayo de 2016
Dos hombres
En la barra del bar alguien me dijo:
«hay dos hombres dentro de mí ahora,
uno es verde y me empuja hacia el cielo,
canta con voz de vida y rocío sonriendo,
otro es azul y tira hacia abajo a deshoras,
llora con sus ojos cubiertos de caracolas,
ducha con whisky toda su piel de cieno.
El verde esparce su olor a bosque sincero,
el azul canta desgarrada su voz que implora».
«Cuando dejo que se pasen las horas,
el hueco que tengo dentro de desencuentro,
es llenado por uno u por otro dependiendo
de la concurrencia en tiendas de fe curiosa,
de los bichos que trague al abrir la boca,
de la energía que me roben los anhelos
y del latido con que grita la voz del sueño.
Y ambos ríen hasta que llega la aurora».
«Amigo,» le dije «por la voz que implora,
por los vericuertos que tomo si acierto,
por la vendimia de este robo incierto,
espere, que siempre cantará la alondra.
De estar libre de hombres ya llegará la hora,
cuando volar, ya no le dé miedo,
cuando no tenga que arrodillarse al fuego
y sufrir por los dedos tanta demora».
«Tras el hombre verde y el azul se esconden,
envueltos en sus mantos de pandemonio,
el resabio de una herida y un negro odio,
que no cicatrizan y le hacen deforme.
Cuídese mucho, amigo, pues le consumen,
de fuerzas vaya haciendo acopio,
derrote al monstruo y al demonio,
y, nunca deje que la herida le abrume».
Y, en silencio, abandoné la sala.
«hay dos hombres dentro de mí ahora,
uno es verde y me empuja hacia el cielo,
canta con voz de vida y rocío sonriendo,
otro es azul y tira hacia abajo a deshoras,
llora con sus ojos cubiertos de caracolas,
ducha con whisky toda su piel de cieno.
El verde esparce su olor a bosque sincero,
el azul canta desgarrada su voz que implora».
«Cuando dejo que se pasen las horas,
el hueco que tengo dentro de desencuentro,
es llenado por uno u por otro dependiendo
de la concurrencia en tiendas de fe curiosa,
de los bichos que trague al abrir la boca,
de la energía que me roben los anhelos
y del latido con que grita la voz del sueño.
Y ambos ríen hasta que llega la aurora».
«Amigo,» le dije «por la voz que implora,
por los vericuertos que tomo si acierto,
por la vendimia de este robo incierto,
espere, que siempre cantará la alondra.
De estar libre de hombres ya llegará la hora,
cuando volar, ya no le dé miedo,
cuando no tenga que arrodillarse al fuego
y sufrir por los dedos tanta demora».
«Tras el hombre verde y el azul se esconden,
envueltos en sus mantos de pandemonio,
el resabio de una herida y un negro odio,
que no cicatrizan y le hacen deforme.
Cuídese mucho, amigo, pues le consumen,
de fuerzas vaya haciendo acopio,
derrote al monstruo y al demonio,
y, nunca deje que la herida le abrume».
Y, en silencio, abandoné la sala.
martes, 3 de mayo de 2016
Vínculos
Hay vínculos, oh vínculos,
Perlas de cristal separadas del collar,
Rayos de luz cortados por la sombra,
Hay vínculos, oh vínculos,
Destinados a durar hasta que acaban,
Sesgados por la poca fortuna y el momento.
Y hay vínculos, oh vínculos,
Que en mi malhacer he derrotado,
Que malnacido he destrozado,
Hay belleza que no he sabido sacar del fuego,
Ni he sabido restaurarlos con silencio
Hasta haberlos calcinado.
Hay vínculos, oh vínculos,
Que se han desvanecido, por mi mano aplastados.
Perlas de cristal separadas del collar,
Rayos de luz cortados por la sombra,
Hay vínculos, oh vínculos,
Destinados a durar hasta que acaban,
Sesgados por la poca fortuna y el momento.
Y hay vínculos, oh vínculos,
Que en mi malhacer he derrotado,
Que malnacido he destrozado,
Hay belleza que no he sabido sacar del fuego,
Ni he sabido restaurarlos con silencio
Hasta haberlos calcinado.
Hay vínculos, oh vínculos,
Que se han desvanecido, por mi mano aplastados.
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