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lunes, 5 de marzo de 2018

Caza nocturna

Anestesiado, dolor del alma
recorre con su lengua los dientes,
con roja precisión insaciable.
Avizores ojos amarillos
buscan con odio la presa suya.
Miedos y costumbres lanzan al
gato sobre los dedos del muro.
Bebe el triste pájaro sus últimos
momentos
                    de
                            vida.
Granate de brillo la boca llenada,
saciada ya la sed y el hambre, bosteza.
Las patas pasean el muro despacio,
en silencio rompen el aire, con dedos
de muerte cazan en el páramo urbano.
Negra la noche, lame su pelaje y
continúa su funambular camino.
El rey felino de los ladrillos acecha,
recubriendo su camino con la cola,
bailando ofídica esmeralda escondida.

Si lo toca el frío se retira suavemente
a sus aposentos escondidos debajo de
los cuerpos vivos, en la tácita oscuridad.
Si cae calina sobre su corona, reposa
danzando su cola al ritmo de negra soledad.

viernes, 20 de mayo de 2016

Voy a dormir

Voy a dormir,
abro el sobre del sueño, me introduzco
como una corriente marina entre sales,
echo encima de mis ojos el peso del mundo,
como un destello de luz sombría.
Voy a dormir,
esparzo sobre mi piel las arenas,
aderezo la sintaxis de mis pensamientos,
limpio la cadena que me atrapa,
como los perros dando vueltas.

Voy a dormir,
y en mi pecho estalla el nervio,
un puño cerrado que retiene el viento,
pero no es ya su hora de tenerme,
no es su turno para torturarme.
Voy a dormir,
y señalo las sombras en las esquinas,
la sangre duerme en mis extremos,
mi mente divaga entre terrazas,
presionando a mi cuerpo al sueño.

Voy a dormir,
y los fantasmas vienen a tocarme,
a veces son tan agradables,
que brotan ríos de mis ojos,
aunque no siempre de alegría.

Voy a dormir,
y espero que el oro de tu pelo,
el verde de tu voz y tu mirar
vengan a contarme todo lo que haremos,
cuando esté durmiendo.

Estoy dormido.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Si no

Si no me recorriesen más las sombras,
Me acercaría a ti muy despacio y lento.
Si no me atasen estas pesas al suelo,
Juntaríamos nuestras manos redondas.

Si no estuviese atorado por el miedo,
Bailaríamos encima de las rocas.
Si la vida no usase fuerza tan honda,
Me alzaría victorioso sobre el cieno.

Pero siempre aprietan mucho, demasiado,
Y no puedo ver debajo de los dedos
De los gigantes que achuchan con esmero,

Sean médicos, violadores o enfermos.
Felicidad, espero estar reparado,
Me mantienen alejado de tu aliento.

lunes, 4 de enero de 2016

Ausencia musical

Primero existió la música
Y me recubrió con un manto de seda.
Era clara y fresca,
Como un arroyo que salía de una cueva.

Después llegó la tormenta,
La nieve no me dejaba oír el ritmo,
El latir ausente de la musica
Y me cubría formando un muñeco.

El yo-nevado no podía reírse,
Ni moverse de ninguna forma.
Solamente podía tener miedo
Y fue creando una costra alrededor.

Dentro, mi viejo yo menguaba,
Transformado en una luz más débil,
Que apenas capeaba la tormenta,
Amenazando con apagarse.

Pero cada día más, resurge de nuevo,
Como una bola de Zinc ardiendo,
Un nuevo yo que quema la nieve,
Cada día una capa más ardiente.

Me desperezo despacio en silencio,
Desprendiéndome de mi piel de invierno,
Pronto espero que vuelva la vida,
Y acalle la tormenta que se retira.

Al observar el desastre del naufragio,
Un mar de gramófonos rotos en oleaje
Forma un telón de acero ante lo desconocido.
Y un agujero enorme donde antes estabas tú.

Tú que como música te mueves y música respiras.
Ya no estás.
Pero pronto sonará la música de nuevo.
Y esta vez, el concierto, lo doy yo.


martes, 29 de diciembre de 2015

Frío.

Tengo frío dentro de mí,
y tengo que calentarme solo.
Hay una cicatriz que a veces se abre
y sale una versión de mí distorsionada.

Hace frío dentro de mí,
pero poco a poco penetra la risa.
Mi yo que arde y sufre se encoge,
pero araña y se agarra con los dedos.

Tengo fríos los huesos,
pero, a veces, me miran y me lleno de azul,
una ola de ondas claras
rellena los huecos y construye algo nuevo.

No hace tanto frío dentro de mí,
pronto podré mirar hacia afuera.
Y, si tú me dejas, te contaré,
cómo nunca dejaste que me congelara.

martes, 22 de diciembre de 2015

Misiva.

 "No os diré, no lloréis; pues no todas las lágrimas son amargas".
J.R.R. Tolkien.

Los dedos de mi abuelo se doblan
cansados de tanta soledad repentina.
Miro su piel manchada con los días
y lo oigo con su monótono canturreo.
Me habla de fantasmas con esperanza
y nos cuenta, callado, la vida contigo.

Se ha apagado la alegría de sus ojos,
como una pupa que está vacía de su larva.
Se sienta en el sillón, inmóvil, esperando
que los días se sucedan uno tras otro.

Todo aquí gira en torno a tu ausencia,
tus cosas que nos gritan que nos faltas.
Tus fotos cogen polvo en las estanterías,
tu vacío lo asume la casa en silencio.

Has zarpado en silencio hacia los astros,
haciéndote miel en nuestros recuerdos.
Has trazado tu camino hacia los soles ardientes,
hiriendo el firmamento con tu vida.

Así hemos de recordarte, bajo el signo de tu risa.
Espero que volvamos a vernos.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Sin fuerzas.

Si pudiese enseñarte cómo de grande es mi amor,
te traería todas las olas que hay en el océano.
Si pudiese mostrarte cómo de fuerte es mi amor,
compondría todas las melodías del universo.
Si pudiese cambiar algo con la vida de mi amor,
haría que nunca se pudiese estar triste en esta tierra.
Si pudiese servir de algo la fuerza de mi amor,
haría que volviesen atrás las arenas del tiempo.
Si pudiese no herirte con las espinas de mi amor,
caminaría a tu lado hasta que se acabasen los pasos.
Si pudiese dejar de quererte con las hojas de mi amor,
haría crecer bien altos todos los bosques del mundo.
Si supiese qué hacer con la fuerza de mi amor,
te lo daría para quererte menos.


Cigarettes After Sex - Dreaming of you

jueves, 26 de noviembre de 2015

Al mal docente.

Sopor y pesadez llenan la palestra,
runas y jeroglíficos la pizarra;
el docente, con su canto de cigarra,
planta en el alumno la idea siniestra

de atizarle, a ver si calla, con la diestra;
y que cese, por fin, de dar la tabarra
con sus ideas de trueque y chatarra,
devolviéndoles la vida que secuestra.

Un ejército de voces carraspea:
a pesar del timbre, sin cesar, prosigue
el profesor su perpetua diarrea.

¡Calle ya y con su látigo no atosigue,
déjeles sobrevivir sin cefalea,
pues no escucharán por mucho que fustigue!

martes, 22 de septiembre de 2015

Almuerzo

Nuestras caras caen a los platos,
instauran tundras de mascar.
Tenedores pastan y entierran,
horadan la tierra tozudos.
Cucharas reman en pantanos,
drenan el jugo de la vida.
El polvo esconde las palabras,
cubre la tez con su sabor.

Amanece.

Florece en tus ojos la tierra,
la luz los árboles inunda
de blanca y pedrada piel.
Arruya tu mirar de río,
el verde de tus hojas crece.
Arqueas la sonrisa de dríada
y tus mejillas de paloma,
El sauce de tu pelo entona
la melodía azul del fuego.

Y ya no hay desiertos ni sequías en el almuerzo,
se lo llevan las cristalinas aguas de tu risa.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Estampa: la Playa de la Griega.

Mi pulmón tira del mar de los vapores
mientras cuernos azules pintan el cielo.
La tierra sumerge sus extremidades
y abraza las frías corrientes de espuma.
Como cerveza azul, entonan las olas
su sinfonía sobre las rocas lisas.

El bosque titubea sobre el borde abrupto,
final tajante en que acaba su dominio.
Las praderas explotan el borde verde
sorprendidas si desaparece el mundo.
Pueblos imposibles ante los barrancos,
que devoran furia exaltada y marítima,
como milagros hijos de la montaña.

Lo respiro como oxígeno despierto,
mi cabeza se sumerge en la corriente
triangular del brazo de playa sencilla.
La colonia del mar está en mi pulmón,
y la sal, y la arena desaparecen,
y los niños y el sol se filtran en negro,
mientras los cuernos azules de tormenta,
siguen con su marcha por el horizonte


jueves, 20 de agosto de 2015

Radiografía de un bar.

Sentado en la barra del bar,
dejando que pase el tiempo,
cubierto de musgo cómplice,
arropado por el ruido,
refugiado atmosférico,
privado de la existencia.

Me deslizo con cuidado
por los asuntos externos,
dejando que este aura de oro,
esta vibración de ébano,
de glaciar de multitud,
enturbie la danza del ser.

El ruido es la melodía,
vaivén azul que me dicta
el estrecho vericuerto,
la sinuosa senda negra
a la que la noche se abre
con las estrellas de luto.

El barullo orquestado abre
las vías respiratorias,
complementa las arterias,
me encadena al taburete
y anuncia el advenimiento
de la gran bestia nocturna.

El barman viene directo,
con la boca abierta me habla,
amarra mi estancia al vaso,
declara mi huida quebrada:
lleva la máscara puesta,
su sed quiere que yo beba.

Hay un fragmento de tiempo
oculto en el caos extremo:
de golpe vi al carcelero,
sirviendo raciones de ocio,
vasos llenos de veneno,
a jóvenes enlatados.

No puedo existir aquí,
perder mi risa entre todas,
mis palabras ahogadas,
mirando todos lo mismo,
si queréis, buscadme lejos:
sólo deseo ser distinto.
 

martes, 11 de agosto de 2015

Iota.

Vienen los hombres de azul con sus gruesas voces negras, sus dedos cubiertos de gris.

Vienen con sus labios de catedral,
sus dientes y lenguas de metal,
sus violines en tela de envasar.
Vienen gritándonos garras,
destrozándonos la espalda,
convirtiéndonos en barras.

Los hombres de azul no vienen solos, traen consigo lápidas negras, paladas de tierra gris.

Los hombres traen animales,
y se ríen como chacales
con gorgoteos viscerales.
Rojas tachan y subrayan
las líneas sobre palabras
clavan puntas de esmeralda.

Se mofan los hombres de azul de mis poemas negros, cortando en partes mi cuerpo gris. 


viernes, 10 de julio de 2015

La Isla.

El hombre es una isla.
Nada lo rodea, nadie le canta.
Todos los hombres son una isla,
han ahogado sus corales y palmeras,
han dejado que sus playas, sus almendros,
sus columpios y sus bosques ardan.
Han separado sus libretos de la rutina,
han guardado en los álbunes de fotos
las sirenas y cometas que retozan en el suelo.

El hombre es una isla,
apocado al fracaso, sentado descalzo.
Cada hombre tiene una isla,
bañada en el mar de sus entrañas.

Los hombres somos islas,
presas de volcanes magmáticos,
muchas veces explotamos y, despacio,
nos hundimos como cometas en la inmensidad,
incapaces de pedir ayuda,
aislados en nuestros archipiélagos malditos,
ciegos en mitad de la noche estrellada.
Los hombres somos islas,
siempre lo seremos.

Islas vacías, que buscan a las otras,
que buscan aplastar lo que no entienden.
Los hombres somos islas,
y acabamos con barreras coralinas,
en lugar de construir entre todos un continente.

martes, 31 de marzo de 2015

ZIP.

Desde que mis ojos han emergido a la superficie,
libres del telón de acero, de la catarata de polvo,
he descubierto un prisma terrible e irritante.
Internet es un valle feliz sobre servidores de barro,
Community Managers que gritan dos puntos
y paréntesis sonrientes que humanizan el monstruo;
jóvenes desnudos, enciclopedistas de la ignorancia,
letrados que describen las hemorragias de la cotidianiedad;
préstamos de atención momentánea a parpadeos idiotas;
ciervos calvos enseñando los colmillos desde rincones oscuros;
las losas enseñan a los políticos con sus dentaduras,
los ojos se vuelven pozos sin estrellas reflejadas,
los lunares son espinas, las sonrisas grietas.
Las letras se curvan con las marionetas de los mercados,
manos invisibles que aprietan los incidentes,
diciembres subiendo los precios a los requisitos
para tener una vida que no se vierta desde la urna al viento,
como la ceniza de los libros que reposan fuera del valle.
Glaciares inamovibles atacados por trogloditas,
llamas que derriten la inteligencia con axiomas infinitos,
dogmas repetidos conceptualizando la VERDAD.
Se aprende fordísticamente, los trenes gritan en las autopistas,
los raíles se quedan marcados de forma eterna en las muñecas
cuando no se puede salir de una repulsión discernida en viñetas.

E Internet ha llegado a mis canciones y mis letras,
nunca me parecieron dignas de escribirse en cuadernillos,
pero me parecieron mejores que las de aquellos que quisieron
soplar en fuelles con sus poemas, convertirlos en medios y no fin.
Y yo no puedo seguir escribiendo, desgajando mi alma,
enseñando mis interiores en donde el exhibicionismo es total,
donde hay que sentir pálpitos para amar con corrección,
donde la ortodoxia es la dictadura de la heterodoxia,
donde las drogas y el alcohol son los pasos necesarios,
donde los sombreros esconden un agujero en el cerebro,
las barbas un rostro descarnado y sin dientes,
los ojos y las tetas un yo antipoético, un yo comercial,
las gafas un infierno que quema los versos como bebe cervezas.
Donde bardos, mancos, bohemios, jugadores, bebedores, mudos
y en general todos los que siempre han escrito (los seres humanos)
sufren el drama de ser constelaciones, de ser brumas verdes en el cielo,
luces septentrionales y lunas brillantes,
en un tiempo donde los sabios
se aplauden constantemente los dedos autoseñalándose.
Por eso abandonare las dialeces en las cribas,
dispersaré mis discréditos en las peñas y sonfriré los chorros
de aceros y viviencia en la columbia de mi espalda.
Y oraré en las atalayas y las moscas,
desdiciéndo las contrarias de las arribletas.
Y volveré en cuántico mi manos discrepen con mi palpitador
cuando sepa volver a escribir.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Come Rain or Come Shine.

Callan tus ventanas al viento.
Describen cuidadas cadenas
en el susurro de un momento.
Tácitas todas tus cadencias,
se estrecha y encoge así el tiempo.
Te caerán sobre las caderas,
vistiendo tu cuerpo con tiento.

Cuando el albor de la mañana
recién despereza sus dedos.
Se abrirá tu boca truncada,
formando amapolas de invierno;
de tu garganta saldrá plana
la llama que apaga tormentos
y me lo dirá con voz truhana:

“no te querrán como te quiero,
venga lluvia o venga alegría,
venga verano o venga invierno,
si cae la noche o viene el día,
lleguemos a un cielo o infierno.
Las cadenas fueron mentira,
tú y yo formamos nuestro credo.”

Y así nos desprendemos de las cadenas
que nos aprisionan muy dentro del pecho.

domingo, 20 de julio de 2014

Gólgota.

Me costó escalar el Gólgota de sus ojos, sangré como un dios. Y mereció la pena. Al llegar a la cima pude percibir todo con lo sentidos agudizados, el abismo, el vértigo. El vórtice del universo que se ampliaba en los bordes del precipicio. La tormenta que criaba sus feroces latigazos de luz, amenazando con golpear el pequeño retazo de piedra en el que me hallaba y al que había llevado mi cruz. Me asustó la orquestación oscura de instrumentos que insistían en atormentar el paisaje al que había escalado. 
No se puede saltar con una cruz al abismo, no se puede llevar una cadena colgando del cuello durante toda la vida. El vuelo no parecía una buena idea. En esto pensaba cuando empecé a cavar el agujero en el suelo, más hondo cada vez. Más adentro de mis recuerdos y mi memoria. Hasta que escuché mi nombre. Comenzó como un pequeño murmullo, un susurro tal vez, progresivamente se iba musitando más fuerte, como si los picos de la comisura de los labios dejasen que se escapase el sonido cada vez más, como una cara que se rompe en una sonrisa y permite a las vibraciones salir más fuerte. Salí de mi agujero. 
El abismo seguía allí, más amenazador y atractivo que antes.
El salto fue de fe. Sin carrerilla ni impulso. Un lanzamiento de cuerpo hacia el vacío y la negrura, abandonar el monte lleno de sangre en sus entrañas, un drama y un montículo de desesperación. Conforme caía sentía cómo olvidaba la cruz y el Gólgota, las lágrimas en Getsemaní, la oscura orquestación, los rayos y los truenos pasaban a ser lanzas en mi pecho, descargas discretas en la penumbra y la caída.
Al caer cerraba los ojos por la velocidad, me transformaba en agua y velocidad. La calma llegó de forma súbita al perderse la adrenalina y la aceleración. Abrí mis nuevos ojos, saboreé con mi nueva lengua, toqué con mis nuevos dedos y respiré con mis nuevos pulmones el aire suave y cálido que venía desde todos lados, con olor a mar.
Ante mí se expandía un espectáculo sobrecogedor, sus ojos ya no eran más un Gólgota sino una pista de atardecer nebuloso, un sol invisible y anaranjado que abandonaba la esfera, superpuesto a un millón de puntos que enviaban agujas de luz hacia el infinito a través de mil formas inconexas. Un prisma de luz, una telaraña plateada sobre la visión de un caleidoscopio. Una imagen acelerada que desviaba sus rayos hacia el infinito.
Tumbado sobre la nada me iba quedando dormido, observando todo el espectáculo, respirando, tocando, mirando, saboreando. Girando sobre el nuevo borde que ante mis pies se extendía, viendo cómo la luz lo invadía todo, iluminando el exterior y mi interior, transmitiéndome su calor y su energía y jamás volví a sentirme solo entre los millones de puntos que venían de mi lado, de más allá y de los recónditos pliegues del mundo infinito.

martes, 27 de mayo de 2014

Átomos pectorales.

Entre dos átomos habita el vacío en mi pecho
desde que lloras problemas y se dilata el abismo.
Desde que tengo una bailarina entre mis brazos
el marfil me parece vácuo de mortandad y belleza.
No se puede expresar todo en sucias palabras curvadas
desde que tu pecho contiene un pañuelo rojo de seda.
Si te apoyas en una manzana de la que ansío beber
y te deshojas en mil pétalos de azahares complejos...
Si te giran en la negrura los anillos de planeta
y brillan en la complejidad de tu existencia...
Si entre raíces se oculta tu cadera redondeada
y en el pozo escondes derrotas ajadas...
Déjame beber, déjame ser sol, déjame encontrar.
Tu cuello de glaciar no distingue de derroteros,
acostumbrado a los guijarros que tus pies pisan,
dime si en tus ojos de barranco hay peligro de caída,
cuéntame cuántas veces te has despeñado dentro de ti.
Tu vientre de río se llena de niños bañándose al sol,
y sigue su curso hacia el mar lejano y ardiendo,
enséñame si recuerdas cómo se bailaba en círculos,
si puedo sacarte de tu abismo al fin.

domingo, 9 de marzo de 2014

Epsilon.

Tengo en el pecho marcada
la flor de tu ausencia
me visto con los ropajes oscuros
de no saber encontrarte entre estrellas.

Encuentro insulsa la comida
y el vino me sabe a fuego.
Hay en los ojos de otras mujeres
la llamada al pecado de un muerto.

Entiendo el ciclo del cielo brillante
en las paradas de un desierto sereno.
Me caigo de mi silla de tres patas.
Y el mundo me parece más feo.

Siento rigor corriendo en mis brazos
y la tirantez en los puntos del pecho,
se me ha secado el pozo bien dentro,
se me ha secado la muerte de tus ojos.

La nariz pronto se me habrá helado,
las cuencas dirigen su mirada adentro,
no quiero dejarme caer por la línea
y darme cuenta de que ante mí se abre el silencio.

lunes, 13 de enero de 2014

Dos voces.

Quisiera tener dos voces,
una voz grave que pudiese contener el mundo
y otra voz chiquita que divage a su alrededor.

Quisiera tener dos voces,
poder decir que soy nosotros cantando a dúo,
utilizarlas en una danza equilibrada.

Quisiera tenerte en dos voces,
acariciarnos en estéreo, jugarnos en naipes.
vibrar con cada palabra, llorando juntos el nudo.
desnudar la voz, las voces, todo sin cuerpo o pupila.

¡Quisiera tener dos voces,
siete, nueve, cinco, seis!
Seiscientos millones, cien.
Todas las voces desnudas, todos los tonos del mundo.

Quisiera tener mil voces,
Para echar de menos, para verte sin mi voz.
Y volver a tener dos voces, una vez,
dos, cuatro, siete, cinco, nueve, seis, diez.

viernes, 17 de mayo de 2013

Rosa, rosae.

Hay una simple rosa,
sólo una rosa en un banco,
y una lágrima en un charco,
¡una lágrima tan hermosa!
que cuando fui a lamerla,
y a beber el lamento de tus labios...
Cuando fui a drenar el estío,
el viento consiguió secarla.
Cuando, el viento traidor
se llevó la que era mía,
la que rodaba por mi mejilla,
cuando brotó el calor...
También se había llevado 
el viento cruel tus finos labios.
Y allí quedé. 
Sentado en un banco.
Mirando una rosa del color más frío.
Mirando de lejos... una lágrima en un charco.