domingo, 6 de diciembre de 2015

Ya no te quiero.

Te quiero, pero ya no te quiero.
Vibra menos mi interior al verte
y mi exterior no rompe el silencio.
Somos conscientes del daño hecho
y aceptamos la sentencia del verdugo.
Recogemos las tempestades que nos merecemos,
viajamos los pasajes de tormentas que nos tocan,
aceptamos la culpa como un amigo que abraza.
Dejamos que el pánico nos inunde con tus noticias
porque somos los herederos de esta tierra rota.
¿Cómo podríamos mirar este páramo,
pensando que no fue culpa nuestra?

Te quiero, pero ya no te quiero,
pues esta tierra está baldía de no verte,
pues en estos campos no crece la hierba,
porque te fuiste y no te dejé irte.
Podrían haber brotado de nuevo las plantas,
podrían haberse abierto nuevas flores,
el tiempo lo curará, pero no será el mismo:
el jardín que yo adoraba.
Te quiero, pero ya no te quiero.
Te quiero,
porque estas son tus tierras.
Pero ya no te quiero,
porque estoy plantando mis campos con sal.

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