No sé ser infeliz.
Cuando me envuelve la red,
Dejo que me arrastre sin luchar.
Cuando me absorbe la corriente,
Dejo que me muerda sin resistencia.
Cuando llueve dejo que me moje.
Cuando nieva dejo que me cubra.
No soy capaz de comprender
Que esos pequeños retablos de vida,
Deben dejarse ir sin darle más importancia.
No sé ser infeliz.
Y cuando me tapa por entero,
Acuchillo a mi alrededor,
Sin saber quién es el culpable
De tanto daño.
martes, 16 de febrero de 2016
miércoles, 10 de febrero de 2016
El cazador.
Las mariposas dibujan grandes ojos en sus alas para asustar a sus predadores. Ocultas entre la maleza simulan ser dos cuencas oculares enormes con el objetivo de extender el miedo y aprovechar las deficiencias de la visión de los que las atrapan. Algunas especies de polillas dibujan calaveras en sus lomos.
Las ranas en mitad de la selva dibujan colores llamativos como advertencia, símbolo del veneno que rezuma su piel. No me comas, chillan los verdes, púrpuras y azules, incluso rojos. Diversas especies de insectos también utilizan los colores como advertencia, a veces como órdago.
La piel humana es un lienzo en blanco. Los jóvenes dibujan calaveras, tribales, lagartos en ellas. A veces como símbolo de apareamiento, de ocio, de admiración, etc. A veces porque sí. Otros insuflan la vida de su comunidad en su piel. La cultura, aunque Nietzsche la defina como un horizonte de posibilidades y Marx como la producción intelectual de una superestructura, es una alucinación colectiva que obliga a comunidades a mutilar niños y a pintarse las pieles.
Yo pinto mi piel para cazar, como los tigres pintan su pelaje para ocultarse entre la maleza. Como los leones para parecer arena entre los hierbajos. Yo me oculto en la noche mientras pinto mi cara y mis ojos con la curbatura de las ceras, con los pigmentos rozando mi piel dejando pequeñas trazas de sí mismos, vertiendo la carga de su toxina sobre mí.
Yo inoculo tinta en mis pupilas para acercarme a los ojos de las bestias, modelo mis dientes con limas para poder cortar la carne. Aumento mis músculos durante horas para poder adaptarme a mis motivaciones. Yo endurezco mis puños y mis piernas para superar mis motivaciones. Yo soy el producto de la modernidad, yo soy el hombre moderno al límite. Yo he cultivado mi intelecto en las más profundas bibliotecas, accediendo a los pozos abisales del conocimiento, yo he aprendido a vivir la soledad de mí mismo, a palpar las murallas de mi limitación, a escalarlas y a aprender a salir victorioso de la tierra para convertirme en poseedor del conocimiento. Fuera de la caverna encontré un mundo lleno de tormentas, truenos y rayos.
Yo soy aquél que ha llegado a la perfección de su cuerpo, a la imitación de los modelos naturales para poder ser mi propio dios, el creador de mi propia especie, el que puede traer la pureza a este mundo. Yo he contemplado la verdad con mis propios ojos y he sido lo suficientemente fuerte como para afrontarla, aceptarla, consumirla.
Por eso espero, me agazapo entre las sombras, como un felino, como un cánido. Ante la incertidumbre de la presa. Para un hombre cuya obra ya es potencialmente inmortal la espera no es molesta, sino casi una bendición.
Por ahí vienen, poco queda. El cambio ha de comenzar por los símbolos. Cada paso de sus zapatos, cada movimiento de su pantalón y su chaqueta son un movimiento más en que su traje le empuja a la muerte.
Cuando se acerca lo suficiente salto de entre la maleza y empuño mis manos y mis dientes hacia él, todo el peso de la verdad y la justicia habrá de caer sobre este símbolo, los escoltas apuntan hacia mí, de nada servirá. Nada sirve de nada cuando tienes un destino manifiesto que ha de ser cumplido, cuando dos millones de años de historia están enfocados a darte la razón y convertirte en la única fuente de verdad absoluta. Cuando eres el paso para el que la humanidad ha estado preparándose.
Yo pinto mi piel para cazar, como los tigres pintan su pelaje para ocultarse entre la maleza. Como los leones para parecer arena entre los hierbajos. Yo me oculto en la noche mientras pinto mi cara y mis ojos con la curbatura de las ceras, con los pigmentos rozando mi piel dejando pequeñas trazas de sí mismos, vertiendo la carga de su toxina sobre mí.
Yo inoculo tinta en mis pupilas para acercarme a los ojos de las bestias, modelo mis dientes con limas para poder cortar la carne. Aumento mis músculos durante horas para poder adaptarme a mis motivaciones. Yo endurezco mis puños y mis piernas para superar mis motivaciones. Yo soy el producto de la modernidad, yo soy el hombre moderno al límite. Yo he cultivado mi intelecto en las más profundas bibliotecas, accediendo a los pozos abisales del conocimiento, yo he aprendido a vivir la soledad de mí mismo, a palpar las murallas de mi limitación, a escalarlas y a aprender a salir victorioso de la tierra para convertirme en poseedor del conocimiento. Fuera de la caverna encontré un mundo lleno de tormentas, truenos y rayos.
Yo soy aquél que ha llegado a la perfección de su cuerpo, a la imitación de los modelos naturales para poder ser mi propio dios, el creador de mi propia especie, el que puede traer la pureza a este mundo. Yo he contemplado la verdad con mis propios ojos y he sido lo suficientemente fuerte como para afrontarla, aceptarla, consumirla.
Por eso espero, me agazapo entre las sombras, como un felino, como un cánido. Ante la incertidumbre de la presa. Para un hombre cuya obra ya es potencialmente inmortal la espera no es molesta, sino casi una bendición.
Por ahí vienen, poco queda. El cambio ha de comenzar por los símbolos. Cada paso de sus zapatos, cada movimiento de su pantalón y su chaqueta son un movimiento más en que su traje le empuja a la muerte.
Cuando se acerca lo suficiente salto de entre la maleza y empuño mis manos y mis dientes hacia él, todo el peso de la verdad y la justicia habrá de caer sobre este símbolo, los escoltas apuntan hacia mí, de nada servirá. Nada sirve de nada cuando tienes un destino manifiesto que ha de ser cumplido, cuando dos millones de años de historia están enfocados a darte la razón y convertirte en la única fuente de verdad absoluta. Cuando eres el paso para el que la humanidad ha estado preparándose.
sábado, 6 de febrero de 2016
Soy un humano y yerro,
Cargo mis errores sobre los hombros,
Y los dejo cicatrizar dándoles besos,
Como retratos de mis otros yo.
Cuando me acuesto en la noche,
Los abrazo y miro despacio.
Cuando me duermo en silencio,
Los guardo como pequeños tesoros.
Soy un humano que fracasa,
Y atesoro mis fallos en un cofre,
Y lo miro discreto antes de dormir
Como una ola que lame la playa.
Cuando llegan los vientos frios,
Los acuno entre mis sábanas.
Cuando se apagan las estrellas,
Brillo entre ellos con luz propia.
Cargo mis errores sobre los hombros,
Y los dejo cicatrizar dándoles besos,
Como retratos de mis otros yo.
Cuando me acuesto en la noche,
Los abrazo y miro despacio.
Cuando me duermo en silencio,
Los guardo como pequeños tesoros.
Soy un humano que fracasa,
Y atesoro mis fallos en un cofre,
Y lo miro discreto antes de dormir
Como una ola que lame la playa.
Cuando llegan los vientos frios,
Los acuno entre mis sábanas.
Cuando se apagan las estrellas,
Brillo entre ellos con luz propia.
miércoles, 3 de febrero de 2016
Ansiedad
Mientras mi cuerpo yace en la cama,
Puedo oír a mi corazón golpeando mi pecho.
Mientras camino por las calles desiertas,
Puedo oír la sangre atascándose en mis sienes.
Cuando me deslizó por las aceras con prisa,
Siento mi corazón queriendo huir de dentro de mí,
Y mi sangre torpe avanzando por mis arterias.
Hay un traidor en mi cuerpo.
Quiere parar su baile y dejarme en silencio.
Hay un complot dentro de mí.
Mis ojos sólo ven peligros,
Mis oídos sólo oyen lo que más retumba.
Pero yo soy más listo,
Y me fijo en las hojas de los árboles,
Y oigo la risa de las personas,
Y mis manos hacen regalos,
Y me escucho quietamente,
Buscando mi voz eléctrica.
Hay un traidor en mi cuerpo,
Pero el complot será parado,
Y mi corazón no dejará mi pecho.
Puedo oír a mi corazón golpeando mi pecho.
Mientras camino por las calles desiertas,
Puedo oír la sangre atascándose en mis sienes.
Cuando me deslizó por las aceras con prisa,
Siento mi corazón queriendo huir de dentro de mí,
Y mi sangre torpe avanzando por mis arterias.
Hay un traidor en mi cuerpo.
Quiere parar su baile y dejarme en silencio.
Hay un complot dentro de mí.
Mis ojos sólo ven peligros,
Mis oídos sólo oyen lo que más retumba.
Pero yo soy más listo,
Y me fijo en las hojas de los árboles,
Y oigo la risa de las personas,
Y mis manos hacen regalos,
Y me escucho quietamente,
Buscando mi voz eléctrica.
Hay un traidor en mi cuerpo,
Pero el complot será parado,
Y mi corazón no dejará mi pecho.
lunes, 1 de febrero de 2016
Nuevas reinas.
Fuego e hielo te coronan en la oscuridad,
paseando descalzos por tu cuello desierto,
con la tierra brotando como sangre en tu nariz,
con tus dedos como hierros abrazándome.
La profundiad de tu mirar azul resquebraja,
este viejo amor mío que se apaga despacio,
y, sin darme cuenta, cada vez eres más tú
en vez de ser más ella en mi pensamiento.
¿Quién hubiese pensado que se acabaría así,
que, de golpe, ella se fuese por el lavabo?
¿Quién debió de pensar que el terror se la llevaría,
amándome y habiéndome amado?
¿Quién pensó que nuestro mundo se teñiría de negro,
mientras amanece la luna de nuestra nueva intimidad?
No hay respuestas salvo la sacudida del mar furioso,
no tengo las manos para edificar castillos de arena.
Sólo quiero poder dormir solo, rodeado de tanta memoria
y poder mirar este naufragio y decir:
"aquí estuve. Vine, vi y vencí."
Mientras me agarro a tus manos nuevas.
paseando descalzos por tu cuello desierto,
con la tierra brotando como sangre en tu nariz,
con tus dedos como hierros abrazándome.
La profundiad de tu mirar azul resquebraja,
este viejo amor mío que se apaga despacio,
y, sin darme cuenta, cada vez eres más tú
en vez de ser más ella en mi pensamiento.
¿Quién hubiese pensado que se acabaría así,
que, de golpe, ella se fuese por el lavabo?
¿Quién debió de pensar que el terror se la llevaría,
amándome y habiéndome amado?
¿Quién pensó que nuestro mundo se teñiría de negro,
mientras amanece la luna de nuestra nueva intimidad?
No hay respuestas salvo la sacudida del mar furioso,
no tengo las manos para edificar castillos de arena.
Sólo quiero poder dormir solo, rodeado de tanta memoria
y poder mirar este naufragio y decir:
"aquí estuve. Vine, vi y vencí."
Mientras me agarro a tus manos nuevas.
viernes, 29 de enero de 2016
Galaxias
Hay luces en mi interior.
Pequeñas luces agrupadas como
galaxias.
Hay un infinito en mí,
cubierto por la carne y el sol que
irradia.
Hay asteroides para mí
vagando en silencio y quietud desnuda.
A veces me tumbo en la cama,
cansado tras el decaer eterno de los
días,
y siento la oscuridad que me invade,
como un agua que rodea mi balsa y
floto.
A veces se acerca y me roza los dedos,
para entrar en mí como una catarata
descalza.
Y me ahoga y me aprisiona llevándose
mi aire.
Pero siempre se quedan ahí las
estrellas.
Siempre las siento bajo mi piel,
y me iluminan como un faro en la noche.
No hay marea tan grande como para
apagarlas.
No hay oscuridad tan grande como para
consumirlas.
No hay fuerza que me despegue de ellas,
sumergidas me calientan en mi baño de
frío,
extintas, iluminan los rincones más
oscuros.
Hay luces en mi interior.
Pequeñas luces agrupadas como galaxias.
Se arremolinan junto a mí, guardándome de pesadillas.
Que me quitan las manchas de la piel,
y que no dejarán que nunca me caiga.
sábado, 23 de enero de 2016
Lirios de rivera
Hay vientres de río en la calle,
Pero ninguno se parece al tuyo,
La noche trae lirios blancos a la rivera
Y se cubre de galas y joyas ebrias.
Hay nublados de cristal en el cielo,
Pero ninguno se parece al tuyo,
El caballo monta a su jinete
Y cuenta sus batallas junto al fuego.
Hay vida después de la tuya,
Pero no se parece a cuando estabas,
La belleza corona mi cabeza
Y hace cascadas sobre mi pelo,
Mis ojos, mi pecho, mi vientre...
Pero mejor si pudiera compartirla contigo.
Pero ninguno se parece al tuyo,
La noche trae lirios blancos a la rivera
Y se cubre de galas y joyas ebrias.
Hay nublados de cristal en el cielo,
Pero ninguno se parece al tuyo,
El caballo monta a su jinete
Y cuenta sus batallas junto al fuego.
Hay vida después de la tuya,
Pero no se parece a cuando estabas,
La belleza corona mi cabeza
Y hace cascadas sobre mi pelo,
Mis ojos, mi pecho, mi vientre...
Pero mejor si pudiera compartirla contigo.
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