miércoles, 5 de marzo de 2014

El que anduvo en la mar.

Estos días azules y este sol de la infancia

te trajeron un limonero y un patio de Sevilla
hasta los campos ideales de la Soria hueca,
la cara y la cruz de tu oriunda tierra,
la estrellada noche en que la mitad 
de tu corazón se convirtió en susurro.

Tu caballito de juguete, tu amor de mozo
y todas las cosas que no supiste si eran sueño.
Hombre de letra y sombrero, muerto de frontera.
El dilema del ser en tu raída chaqueta
y el frío que te cala tras los pasos del camino
corriendo hacia abajo en la espalda.
Soledad de guerra, muerto de frontera,
nudo de ribera en tu memoria de las dos Españas.

Tu voz me llega con el corazón en la garganta,
¡Te mataron a Federico en Granada!
y a la parca te encaminaste, ingrávido y sutil.
Distante del frío y la guerra, muerto de frontera.

Caminante no hay camino,
se hace camino al andar.

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