viernes, 15 de enero de 2016

El veneno del miedo.

Un aullido enorme ha entonado su cántico,
los cuernos de la guerra se abren a los lirios.
La muñeca de cristal entra en los químicos,
inyectándose el veneno del miedo en las venas.
El blanco aséptico será ahora su casa,
ya no habitará más las pupilas de mis ojos.
Envuelta en paños, vendas y agujas,
lanzará sus suspiros a través de máquinas.
Hay un agujero negro rondando la luz de sus ojos,
un ácido que recorre sus arterias limpiándola.
El río de su vientre ha sido tapiado,
la luz del sol apenas si cruza entre sus hojas.

Y aún así espero ramos de buenas noticias,
el regalo de una sonrisa liberada,
unos ojos al sol que se acerquen a los míos,
flores miles que traigan el anuncio
de que la primavera no se retrasa,
aunque los nublados recubran el cielo.

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