martes, 15 de marzo de 2016

Serpientes

Fantasmas susurran cosas terribles,
esparcen sus rumores como mierda por las calles,
veneno segrega su boca y sus colmillos
con tal de llenar el hueco que tienen en el pecho.

Como demonios se alzan sobre las verjas,
con la polla sobre la cabeza olvidándose del cerebro,
como serpientes castradas y sigilosas que observan
y pacientes esperan para realizar su mordida final.

La niebla que disgregan sobre las calles,
sobre tu cabeza, tu cuerpo y el de mis allegados,
esa corrupción que disuelve sus vestiduras,
ese ácido para deshacerme no me calará.

Si encendiésemos las luces y diésemos una descarga,
veríamos que el demonio no es más que un bicho,
un gusano patético que se arrastra, un niño sin juguetes,
y que de un pisotón se pueden descabezar mil serpientes.

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