martes, 27 de mayo de 2014

Átomos pectorales.

Entre dos átomos habita el vacío en mi pecho
desde que lloras problemas y se dilata el abismo.
Desde que tengo una bailarina entre mis brazos
el marfil me parece vácuo de mortandad y belleza.
No se puede expresar todo en sucias palabras curvadas
desde que tu pecho contiene un pañuelo rojo de seda.
Si te apoyas en una manzana de la que ansío beber
y te deshojas en mil pétalos de azahares complejos...
Si te giran en la negrura los anillos de planeta
y brillan en la complejidad de tu existencia...
Si entre raíces se oculta tu cadera redondeada
y en el pozo escondes derrotas ajadas...
Déjame beber, déjame ser sol, déjame encontrar.
Tu cuello de glaciar no distingue de derroteros,
acostumbrado a los guijarros que tus pies pisan,
dime si en tus ojos de barranco hay peligro de caída,
cuéntame cuántas veces te has despeñado dentro de ti.
Tu vientre de río se llena de niños bañándose al sol,
y sigue su curso hacia el mar lejano y ardiendo,
enséñame si recuerdas cómo se bailaba en círculos,
si puedo sacarte de tu abismo al fin.

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