martes, 5 de marzo de 2013

Doctor, doctor.


(Aparece el paciente hablándole desde su concreto divan a un doctor bastante etéreo)
 
PACIENTE: Doctor, ¿qué tengo? ya se lo he explicado todo, mi infancia, mis recuerdos, la relación turbulenta con  mi padre, la muerte de mi madre, la relación tempestuosamente apasionada de la que luego resultó ser mi hermana secreta, cómo pasé mis años en la cárcel, mis escarceos con drogas y prostitución, mi ludopatía... Doctor, ¿qué me pasa? ya no recuerdo el sabor de la tormenta, no encuentro la luz al final de la cocina, las botellas las veo vacías siempre y las maletas no me esperan en ninguna casa. Doctor, ya senté cabeza, ya acabé con la depresión, ya no veo ninguna figura, ya no tengo impulsos suicidas ni hay voces en mi mente. Doctor, doctor, ¿qué me ocurre? ¿Por qué me siento así? no hay nada malo ya en mi vida, doctor, ¿ve cómo suena el repiqueteo de mi voz como unas teclas quejosas de ordenador? Usted me prometió la felicidad y aunque ya no queda nada más que aseptismo y pureza blanca en mi mundo... ¿por qué estoy tan solo?
 (Silencio)
¿Doctor?
 (Más silencio insondable)
 ¿Doctor?

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